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08/12/2016

 

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Feria del Libro de Otoño, reflexiones bajo las hojas

No sé si os ha pasado alguna vez, pero yo tengo la sensación de que existen pequeños momentos, o pequeños encuentros que te hacen reflexionar sobre cómo actuamos en diversos aspectos de nuestra vida. El último lo viví el pasado martes, Día de la Constitución, en la madrileña plaza de Sánchez Bustillo, frente al Museo Reina Sofía. Allí, entre los escalones y rampas, las terrazas de invierno y los turistas de puente, se encuentra la Feria del Libro de Otoño, quizás igual de pequeña y modesta que mi propia experiencia vital.

Vista desde arriba, bajando por la calle de Santa Isabel, la sensación que experimentas es que esta gente no tiene nada fácil mantenerse a flote dentro del sector a día de hoy. Como si de Alesia se tratara, rodeada por las legiones enemigas, las cuatro filas de casetas de la feria, que albergaban un total de nueve librerías, parecían resistir a toda costa la oleada de ataques que amenazan al gremio librero, desde las bajas tasas de lectura en la sociedad española hasta la competencia de las librerías de barrio con las grandes superficies o con el monstruoso Amazon.

El Olor de la Lluvia, Polifemo, Libros Clan, Kirikú y la Bruja, Taiga, Contrabandos, Sin Tarima, Con Tarima y la Librería de la Biblioteca Nacional de España, bajo la agrupación Libreros Trashumantes, han apostado por mantener a flote la 3ª edición de esta feria que estará presente desde el  1 al 11 de diciembre. Y no lo han tenido fácil. Conversar con estos profesionales del sector es comprender hasta qué punto la sociedad se está enfangando en un sistema en el que salirse de los márgenes establecidos, los límites del ‘Pensamiento Único’, en el contexto anticapitalista en el que lo empleaba el periodista Ignacio Ramonet, puede traducirse en la exclusión y, en el caso de un negocio, del fracaso.

La feria, especialización y visibilidad

 

La Feria del Libro de Otoño, Casi Invierno, como la han querido bautizar, tiene unos objetivos muy concretos, unos pilares que buscan sostener la supervivencia de estos comercios tan necesarios. Me comentaba Feli Corvillo, de la librería Polifemo, que la importancia de este evento radica en el hecho de “sacar el libro a la calle”, dar “visibilidad”. Feli defiende la feria como un escaparate donde “dar a conocer las librerías”, y una forma de potenciar la economía de los barrios, para que los vecinos apoyen al comercio local acudiendo a las librerías cercanas a adquirir sus libros.

“Mucha gente da por hecho que si un libro no lo tienen en las grandes superficies, nosotros tampoco lo tenemos”, añadía Raquel Ruiz, de la librería El Olor de la Lluvia, con quien comparte caseta. Estas dos librerías están especializadas en diferentes ámbitos. Polifemo, en libros de temática histórica, y El Olor de la Lluvia en la tradición filosófica y esotérica occidental. La especialización es otro de los pilares de la feria, ya que cada caseta ha apostado por una temática para evitar la competencia interna. La diversidad y el trabajo en común entre colegas de profesión han permitido que este evento vea de nuevo la luz, en un contexto sociocultural  y económico que pone las cosas difíciles al colectivo.

Un sector en crisis, una sociedad en crisis

 

Hablar con Feli Corvillo es hablar con la voz de la experiencia. Con cinco décadas en el sector conoce muy bien los males que adolecen actualmente al gremio librero. La falta de conciencia lectora en España es uno de los principales retos a los que se enfrentan estos profesionales. “España es el segundo país de Europa en edición de libros y el último en lectura”, afirmaba Feli. Y las cifras dan la razón a esta contradicción. Según el informe sobre El sector del libro en España publicado en enero de 2016 por el Ministerio de Educación, Cultura y Deportes, con casi 91.000 nuevos títulos anuales, España se mantiene como una de las principales potencias editoriales del mundo.

Respecto a la lectura, según el barómetro de Hábitos de lectura y compra de libros 2012, que presentó la  Federación de Gremios de Editores de España (FGEE),  los índices de lectura de libros en España llegan al 63%, lejos de la media europea del 70%. Esto se traduce en que 1 de cada 3 españoles no lee nunca o casi nunca, cifra muy elevada comparada con el 14% de Reino Unido. Estos datos pésimos fueron confirmados por el barómetro del CIS presentado en enero de 2015, que señalaba que la media de libros leídos al año en España de es 8’6, mientras que en otros países como Francia asciende a 16.

 

Feria del Libro de Otoño II

Pero no solo de falta de lectores adolece el sector, sino también de buenos compradores. Según comentaba Raquel, los ciudadanos aquejamos una “falta de conciencia de conocer qué efecto tiene dónde gastamos el dinero”. Con esta afirmación, la librera hacía referencia a la dificultad de competencia de los pequeños comercios locales con las grandes superficies. Este conflicto entre David y Goliat se acusa en muchos otros ámbitos, y es producto de ese Pensamiento Único que comentaba anteriormente. Las grandes cadenas han sabido inocular en la sociedad la necesidad tanto de un consumo excesivo como de acudir a sus locales a la hora de adquirir productos, muchas veces con la idea de que ellos ofrecen mejores precios o que solo ellos tienen la oferta. Sin embargo, “los compradores deben saber que el libro tiene un precio por ley, no es más barato en las grandes superficies”, añadía Raquel.

La responsabilidad política

 

La situación política tampoco ayuda mucho a mejorar las cosas. A pequeña escala, actos como esta feria no reciben un soporte económico que vaya en pro de fomentar la lectura. Feli y Raquel afirman que el Ayuntamiento de Madrid les ha cedido el espacio para organizar el evento, “y ya es bastante”, añaden. Pero no se ha aportado ningún tipo de apoyo económico.

A nivel estatal sucede lo mismo. En 2014, la Comisión de Cultura del Congreso aprobó un plan de ayudas propuesto por Izquierda Plural para ayudar a las librerías, pero las enmiendas del PP dejaron fuera las subvenciones económicas o créditos a bajos intereses. Esas ayudas podrían suponer un refuerzo importante para que muchas pequeñas librerías puedan, por ejemplo, informatizar sus catálogos y poder competir en la venta por internet.

 

Feria del Libro de Otoño I

En definitiva, problemas sociales, culturales, económicos, políticos…, muchos factores a analizar. Cuando abandoné la feria, entre las cuatro filas de casetas apenas había una quincena de personas, pese a las condiciones favorables: fiesta nacional, día soleado y la plaza del Museo Reina Sofía como escenario. No pasé por allí, pero puedo adivinar cómo estaban en cambio las grandes librerías de las cadenas de Preciados, Callao y Gran Vía. Encuentros para reflexionar.

 

Por  Patricia García Herrero

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