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26/01/2017

 

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Premios Edebé de Literatura Infantil y Juvenil: Ricard R. Garzón y Francisco D. Valladares

“La buena literatura es arte” decía la responsable de la editorial Edebé antes de dar paso a los ganadores del 25 Premio Edebé de Literatura Infantil y Juvenil. Creado en 1993, se ha consolidado como uno de los galardones de referencia de la literatura infantil y juvenil y sí, cabe subrayar el término “literatura” porque como anunciaban desde la misma editorial y como inmediatamente después subrayaría Vicenç Villatoro, actual director del CCCB (Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona), este galardón tiene como principal objetivo premiar obras literarias. En efecto, si algo ha definido el 25 Premio Edebé es la voluntad, por parte de la organización y por parte del jurado de reconocer el valor literario a la narrativa infantil y juvenil, que todavía hoy sigue permaneciendo al margen de los circuitos de consagración canónica. Y es que resulta paradójico que en un país en el que son constantes las quejas por la ausencia de lectores y en el que los informes de hábitos de lectura ofrecen datos más bien desoladores, la narrativa infantil y juvenil, aquella que teóricamente forma los lectores del mañana, todavía deba reclamar un reconocimiento literario que desde algunas instancias se le niega.

Premio Edebé de Literatura Infantil

 

Al presentar a Ricard Ruiz Garzón, ganador del Premio Literatura Infantil de este año, Vicenç Villatoro quiso comenzar haciendo hincapié en el hecho de que La Immortal, la novela de Ruiz Gazón, ha sido galardonada por ser una “obra ambiciosa, sorprendente y literaria”, una obra que juega con la tradición literaria a partir del tema del ajedrez, incorporando en la trama no sólo referencias explícitas a ajedrecistas reconocidos, como Judit Polgár, sino dialogando con una amplia tradición literaria que va desde Lewis Carrol hasta Stefan Zweig (Novela de Ajedrez) o Fernando Arrabal. Villatoro ha querido recalcar que el criterio del jurado exigía que la obra premiada no sólo funcionara narrativamente, sino que fuera en sí misma una propuesta narrativa en la que el estilo y la construcción de la obra se impusiera al mero entretenimiento. “Lo interesante del libro es que estando escrito en primera persona”, comentaba Villatoro, “uno no sabe quién es el que narra, quién es esa voz que lo sabe todo y lo cuenta. Hasta el final, el lector no descubre quién es la voz narradora”. El esconder el narrador a partir de una voz aparentemente impersonal que no se sabe qué lugar ocupa dentro de la trama y el planteamiento de una obra que trasciende el público juvenil al estar planteada a partir de varios niveles de lectura ha hecho que la novela del escritor catalán mereciese el galardón, cuyo fin no era buscar una obra que repitiera esquemas que aseguran el éxito, sino, como matizaba Villatoro, buscar una novela en la que lo que “predomine sea el valor literario”.

Y esto es precisamente aquello que el jurado ha encontrado en La Immortal de Ruiz Garzón, una novela ambientada en Suiza, con una niña protagonista y que se vertebra a partir del tema del ajedrez, aunque, comenta el autor, “no quisiera que la novela se considerase únicamente a partir del tema del ajedrez”. En efecto, el juego de mesa tiene más bien un papel metafórico en la novela que tiene como uno de los temas principales la inmigración, abordando, asimismo, temas como el valor de la renuncia y el ganar como valor absoluto. El tema de la inmigración le permite a Ruiz Garzón abordar cuestiones como “el sentido de ganar, el sacrificio, el poder de la familia real y el de la familia escogida” y, más en general, el valor de la persona, pues, una de las preguntas que subyace en la novela es “qué hacemos cuando separamos a la gente dependiendo de si tienen dinero o no”. Frente a una sociedad de la exclusión, el ajedrez se plantea como alternativa: Ruiz Garzón toma como modelo el ajedrez blanco de Yoko Ono, expuesto en el Museo Miró de Barcelona: “El hecho de que todas las piezas sean blancas obliga al jugador a confiar y a no confrontarse. Cuando todas las piezas son blancas, el jugador debe necesariamente confiar en su adversario”. La idea de la confianza hacia el otro se enlaza además a la voluntad de entendimiento con el otro; en efecto, Ruiz Garzón recuerda aquello que decía Bauman: “solo hay dos opciones, la cooperación solidaria o la extinción colectiva”. Concluye Ruiz Garzón: “tengo claro cuál de las dos opciones elijo, la cooperación solidaria”.

Premio Edebé de Literatura Juvenil

 

El escritor sevillano Francisco Díaz Valladares ha obtenido el Premio Edebé de Literatura Juvenil. Autor de la casa –en Edebé tiene publicadas más una novela juvenil-, Díaz Valladares lleva años persiguiendo su sueño: conseguir el premio concedido por la editorial en la que empezó a publicar hace diez años. “Me he presentado muchas veces”, confiesa el autor que con Tras la sombra del brujo ve por fin cumplido un sueño. Ambientada en África, la novela de Valladares se propone ser una historia en la cual los jóvenes lectores queden atrapados. “Ahora los adolescentes llegan a casa y lo primero que hacen es encender el botón de la televisión, del ordenador, del Ipad… Ante esto lo que me planteo es ¿qué puedo ponerle entre las manos a estos adolescentes para que prefieran el libro antes de cualquier otra cosa?”.  Ambientada en África, Tras la sombra del brujo es la historia de Julen que regresa al Congo, su lugar de nacimiento, para pasar una temporada con su abuelo. “Se trata de un libro que desmonta los tópicos que tenemos sobre el continente africano”, comenta Paula Jarrín, miembro del jurado, “es un thriller que no pude dejar de leer. Hay sorpresas continuas”. Con elementos propios de la novela de aventuras, el libro de Díaz Valladares quiere ser un libro atractivo y no un muro para los lectores. “No hay que dar muros a los jóvenes, hay que dar libros que enganchen”, comenta el autor, para quien es necesario reconocer a la literatura juvenil la capacidad de crear nuevos lectores: “si yo acabo de leer Rojo y negro de Stendhal es porque de joven leí a Verne y al Capitán Trueno”.

La formación de futuros lectores

 

Tras 25 años entregando galardones y teniendo entre los premiados nombres como Care Santos, que acaba de obtener el Premio Nadal 2017, Jordi Sierra i Fabra, Andreu Martín o Maite Carranza, la editorial Edebé sigue afianzado la literatura infantil y juvenil como un elemento clave en la conformación de un público lector. La voluntad de premiar obras en las que destaca la ambición de su autor y la cualidad literaria resulta esencial no sólo para la credibilidad del premio, teniendo en cuenta que “credibilidad” y “premios literarios” tienden a ser conceptos más bien antitéticos, sino para la conformación de lectores exigentes, lectores que no se dejen seducir por el mero marketing literario, sino que demanden para cada libro ese elemento de más –ambición, estilo, hondura- que hace destacar la obra literaria por encima de la planicie generalizada.

 

Por  Anna Maria Iglesia

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