Presentación de La pajarera de oro el miércoles 17 de julio en El Dragón Lector
“La hija del emperador se llamaba Valentina y era insoportable”. Así comienza La pajarera de oro, y es también la primera frase que acudió a la mente de Castagnoli, y que se repitió durante meses, segura de que había un cuento dentro de ella. Este álbum, escrito por Anna Castagnoli con ilustraciones de Carll Cneut, fue presentado el pasado miércoles 17 de julio en la librería El Dragón Lector, especializada en literatura infantil. En el encuentro participaron la propia escritora, Anna Castagnoli, Inés Puig, de la editorial Barbara Fiore, y Alejandra Camacho, librera de El Dragón Lector. Comenzó con una lectura del libro por Xenia Solís Bravo, seguida por un inspirador debate sobre la obra y las derivas del álbum y la literatura infantil, moderado por Irene García Ventero, con la ayuda de Felipe Gómez Pinto, todos alumnos de la Escuela de Verano Complutense, La industria del libro en la actualidad: de la edición al lector, que colaboró en la organización del evento.
La pajarera de oro es, como nos explica la autora, un cuento oscuro. Valentina es una princesa despiadada, y la historia de la que es protagonista, sangrienta. Una historia que encanta a los niños, pero que ha encontrado barreras a la hora de abrirse paso en el mercado editorial español (no así en el de países como Alemania o Francia, donde es lectura recomendada por los colegios). Inés Puig aclara que en las ferias, donde se puede recomendar la obra personalmente, se vende bien; a pesar de ello, lamenta que no tengamos la tradición del cuento oscuro o cuento clásico en nuestro país. Por su parte, Castagnoli, a quien no le gusta que la literatura para niños sea demasiado dulce, opina que toda industria editorial está influenciada por cómo una sociedad o una nación piensa a los niños, y la idea que tiene de educación. Por ello, cree que “España tiene la idea de que solo debemos enseñar lo más bonito, proteger a la infancia”. El problema de esta idea es que “ya no tenemos mitologías fuertes ni un imaginario rico”.
Frente a esto, Castagnoli apuesta por historias que se acercan al cuento tradicional. Reconoce en sus fuentes las historias de Andersen, el cuento clásico o el psicoanálisis (“este es un libro sobre la omnipotencia infantil”, bromea). Así lo demuestra en su obra, que escapa de las moralinas de las obras infantiles y crea un universo divertido pero no edulcorado, con un ingenioso final abierto, apropiado para dejar volar la imaginación de quien lo lee.
Respecto al panorama editorial dentro del cual surge esta obra, Inés Puig reconoce que las perspectivas no son especialmente favorables: “Hay una gran sobreproducción de literatura infantil y un estancamiento de los temas: todo el mundo quiere comprar lo mismo”. Un panorama que dificulta la aparición de obras como la de Castagnoli. Sin embargo, la literatura infantil mantiene un alto número de ventas, y la autora se muestra optimista: hemos pasado momentos de crisis económica, pero los padres han preferido evitar ahorrar en el gasto de los niños. Por otra parte, vivimos en la era de la imagen, donde el libro ilustrado se convierte en un instrumento fundamental para el aprendizaje de los niños. Finalmente, frente al auge del libro digital, han surgido nuevas apuestas editoriales de álbum que buscan la vuelta a lo artesanal, como una reacción nostálgica hacia el papel bien impreso.
La pajarera de oro es, en efecto, un cuidado trabajo de artesanía. Las impecables ilustraciones de Carll Cneut comparten espacio con un texto ocurrente y perspicaz. La historia que tejen juntos, texto e imagen, se convierte así en un pequeño tesoro no falto de valores. Valentina, la protagonista, se nos acaba mostrando como una princesa rebelde que, dentro de sus grandes sueños infantiles, ha de aprender el valor de la paciencia, en un cuento donde la agudeza y el ingenio son premiados.
Por Helena Pulido Rosales*
*Alumna de la Escuela de Verano Complutense, La industria del libro en la actualidad: de la edición al lector.