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Nietzsche componía filosofía

Hace unos días comentaba Javier Gomá (ensayista y director de la Fundación Juan March) que Meta Librería “es una de las poquísimas librerías en Madrid especializada en filosofía y ensayo, … abierta, osadamente, durante la crisis”. Además de la novedades en las mesas y anaqueles, este refugio agitador del pensamiento programa numerosas actividades. Una de esas citas reunió el pasado viernes a Carlos Javier González Serrano, Licenciado en Filosofía por la Universidad Complutense de Madrid, investigador del pensamiento de Arthur Schopenhauer y el inconsciente en el siglo XIX alemán, Ana Carrasco Conde, doctora europea en filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid, especialista en idealismo alemán y romanticismo (F. W. J. Schelling, G.H. Schubert), profesora de filosofía en la Universidad Complutense de Madrid, Javier Jiménez, editor de Fórcola, y el escritor argentino Blas Matamoro, ensayista, crítico literario y musical, traductor y novelista. Este último presentaba su libro, Nietzsche y la música, dentro de la colección Singladuras de la citada editorial Fórcola.

Abrió el acto el editor que alabó la apuesta de Matamoro, citando a otros escritores, ensayistas y filósofos: Claudio Magris, opina que la obra muestra “una extraordinaria capacidad de volver leve la hondura sin que pierda una gota de profundidad” y Fernando Savater dice que “es un libro escrito con cortesía hacia el lector, difícil de escribir y fácil de leer, que supone una referencia permanente para cualquier estudioso de Nietzsche, o para cualquier lector curioso”.

Carlos Javier González puso énfasis en la importancia de acceder a un tema tan enjundioso, a una materia casi infinita como es la música y Nietzsche, a su relación de ida y vuelta con Richard Wagner, a las cartas de su mujer Cosima… “Es una empresa titánica, algo de consecuencia tan vasta, resumirlo en 170 páginas”.

Una de las artes que más directamente se relacionan con la filosofía nietzscheana, y con su concepción estética del mundo y la noción de cultivo de sí como obra de arte, es la música,  que “como una bella arte, se nos escapa de cualquier categorización”. Puso a Schopenhauer frente a Nietzsche: “Hablar de la música como algo anímico, a un movimiento de nuestra alma, y al otro lado la música como un sustrato último a la propia introspección, a la búsqueda de respuestas”. «La música nos enfrenta con el orden visible que nada tiene que ver con algo superficial, tiene que ver con el fondo del que habla Nietzsche”

Ana Carrasco propuso una intervención basada en preguntas al escritor y en halagos por el desafío de la publicación, basada en la palabra, el lenguaje y la música. Recordó que el filósofo alemán era capaz de trabajar larguísimas improvisaciones pero luego no sabía pasarlas al pentagrama si no era ayudado por Peter Gast, compositor alemán del Romanticismo. No era un simple melófilo, como escribe Blas, es una pasión constante en su vida. Es como un hilo rojo que anuda todas sus facetas. Un compositor de pensamiento, su filosofía hay que entenderla como música». Como dices Blas Matamoro, “hay que solfearla”.  “La música es la categoría misma e incluso la estructura compositiva del pensamiento de Nietzsche. La música es el fin en sí.

Blas Matamoro habla de ella como un relato mítico que nos saca de la historia y nos devuelve a ella.  La vida sin la música es sencillamente un error, una fatiga, un exilio”. La música es la misma voluntad, una fuerza irracional que se hace armonía, melodía y ritmo. A las reglas filosóficas tradicionales le restamos aquello de que la música es eterna.

 

Por  @Juan Carlos Portero

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