El pasado jueves tuvimos la oportunidad de asistir en la librería Cervantes y Compañía a la presentación del libro de Txani Rodríguez, Si quieres, puedes quedarte aquí, editado por Tres Hermanas. Cristina Pineda, la editora, presentó el acto y pasó el testigo a los periodistas Lorenzo Rodríguez Garrido y Paula Corroto, que expusieron sus opiniones e interpelaron a la autora, en un debate a tres bandas.
Lorenzo Rodríguez habló de “una escritura muy hermosa, muy precisa, muy adjetivada y con mucha tensión, donde parece no sobrar nada. Algún reseñista ha sugerido que hay influencias de Baroja, por la descripción de los paisajes, pero en él veo cierta influencia del realismo norteamericano. Una escritura que genera una atmósfera intensa, amenazante y creciente. No se sabe muy bien lo que va a pasar, pero intuyes que algo significativo se va desarrollar en esa pequeña casa perdida en las montañas, a la que la protagonista se muda al estar pasando una crisis matrimonial.» Txani dosifica esa información de tal manera que te engancha, con esa técnica de repartir los elementos poco a poco. El uso inteligente de la combinación entre la naturaleza y el interior de la protagonista, tan agitado y desgraciado, el cómo se siente ella. Esa amistad que se genera entre varios personajes de diferentes generaciones. “Cada personaje no es realmente lo que aparenta ser, poco a poco se les van cayendo las máscaras”.
Lo que esperamos de la naturaleza
Paula Corroto nos perfiló algunos aspectos del libro: “En la naturaleza salvaje, donde pasan cosas, no siempre se crea ese clima bucólico. Se pasa de la vida a la muerte. A los animales los matan y mueren. Uno imagina el pasar un día feliz, pero no es así en el caso de la novela de Txani. Los personajes van allí a descansar, a disfrutar de esas terapias hippies que están ahora tan de moda y ella no habla bien de ellas.” Destacó esa amistad que tiene con otra de las protagonistas, una mujer mayor, cercana a los 60 años, que ha sufrido una serie de experiencias que nosotros, más jóvenes, todavía desconocemos. “La novela es también un pequeño homenaje a este tipo de mujeres que nos siguen enseñando tanto a día de hoy. Es una novela sincera y su título lo siento como un abrazo, me encantaría que alguien me lo dijera.”
Txani aclaró que le resultaba interesante situar la escena en la montaña, rodeada de ovejas y cabañas, lo que realmente significa vivir en el campo. “Pero hay algo que no me gusta. Esperamos demasiado de la naturaleza, lo concebimos como algo maternal. Hay una sublimación que desde hace años ha proliferado mucho, todas estas terapias alternativas, hablo desde la psicología y la psiquiatría, y son una auténtica broma. Es aprovecharse de la desesperación de la gente, de la infelicidad, que nos convierte en carne de cañón, que sólo por la posibilidad de mirar el tronco de un árbol llegarás a un estado emocional idílico y de sanación. Esta concepción me deja un poco perpleja. La naturaleza hay que tratarla con seriedad y darle vida, trabajar en ella, vivir en esas zonas, pero sabiendo que aquello no es un spa.”
Andrea, la protagonista, que vive una crisis de pareja, es “obligada” a vivir en esa cabaña, para tratar con esas terapias, que supuestamente le servirán para valorar las cosas que tiene. Treintañera, pareja de un hombre con dinero, una mujer “costeada”. Pero la jugada le sale mal. Te pones en contacto con tu soledad y con tu cuerpo, y ella se da cuenta que la vida que llevaba no es la mejor. “Cuando hay algo que te daña, hay que saber contarlo y ella no sabe cómo hacerlo. Está secuestrada.” Rosario, la mujer mayor, su amiga, también consigue la salvación: “Fue mi propia madre la que me dio la pista también para perfilar este personaje. Me fascinan estas mujeres que se apoyan, se ayudan y se mueven en grupo. Las mujeres son más constructivas, habrá que ver cómo evolucionan los hombres en este sentido.”
El paso canadiense, esa barrera guardaganados utilizada para el confinamiento de los animales, inspira a la autora el principio y el final de la obra: “Es el clímax de la novela. La naturaleza te oprime o te da una oportunidad.” El cuerpo de la protagonista también le sirve de disputa. Ella no se quiere y tiene diversos coqueteos con otros hombres en el presente y en el pasado. Sin embargo desea querer, dar cariño, pero no sabe legarlo. “Creo que eso es lo que le puede salvar”. La teoría está clara, pero luego la realidad es otra. Mujeres y hombres desorientados aparecen perdidos que en ese escenario. “Necesitamos abrazar algo, lo que sea. Es difícil crearse una identidad”. La escritora de Llodio se sincera en algún pasaje con tintes autobiográficos, pero su fin era escribir una novela y lo ha conseguido, por eso te invita a quedarte en ella.