“Flavia tiene una constelación”. Lo dice su editor de Páginas de Espuma, Juan Casamayor. La constelación de sus obras, 3 publicadas ya con esta editorial, que incluyen espejos y fragmentos y que asoman unos en otros.
Flavia Company tiene también un destornillador. Se lo regaló la escritora Isabel González durante la presentación de Por mis muertos, su último libro de relatos, que tuvo lugar en la librería Cervantes y Compañía el pasado miércoles 12 de marzo. Además de Isabel, estuvo flanqueada por Karola Aikin, y entre las dos, ambas compañeras de profesión, trasladaron una penetrante y complementaria mirada sobre la obra.
¿Por qué un destornillador? Pues porque este es el objeto protagonista del cuento que enganchó a Isabel. Un relato que narra como el álter ego de Flavia, Andrea Mayo, presente en todo el libro, encuentra un destornillador y lo tira al contenedor… para pasarse el resto de la tarde comiéndose la cabeza por si era el arma de un crimen y la inculpan a ella.
A pesar de lo que su tétrico título pudiera sugerir, tienen un tono «luminoso y vital» que se mantiene a lo largo de las tres partes que componen la obra. Tríada en la que se descuartizan constantemente las relaciones con los otros. La primera, Lo juro, que confronta al individuo con la sociedad. La segunda, In memoria, está centrada en la familia. Y finalmente, en Herencia y elección trata al individuo frente a la pareja.
Intervino después Karola, para quien “Por mis muertos” ha sido ese laberinto de espejos que anunciaba Juan Casamayor, con reminiscencias a Alicia y su país de las maravillas. “La realidad es la ficción que cada uno elige”, dice recogiendo una cita del abuelo de Andrea Mayo en la obra. Flavia reconoce que su protagonista es una figura mediante la que el lector llega a la frontera entre ficción y realidad, entre la verdad y la verosimilitud.
Esta lectura más profunda no resta sencillez al libro. Isabel González cuenta que es un libro fácil de leer, que se devora, y avidez no dejó espacio para segundas lecturas. Explica Flavia que eso se debe a su interés por “recuperar la narración oral desde la épica actual de los héroes pequeños, que somos nosotros”. Y confiesa que le encanta que las personas que leen el libro sientan ganas de contar historias.
Durante la presentación el público estuvo a punto de ver cumplida tal amenaza, y hubo varios conatos de reventar el final de las historias. No se lleve, querido lector, las manos a la cabeza, que todo acabó con final feliz, contenidas las ponentes a duras penas, bajo la complicidad y la sonrisa de quienes, ya con el libro bajo el brazo, salimos de Cervantes y Compañía anhelando ser contagiados por las palabras de Flavia Company.
Por Verónica íñigo