La librería Nollegiu de Barcelona estrenó el pasado jueves 15 de enero el ciclo «No Mireu» dedicado al mundo de las series de televisión. La primera charla corrió a cargo de Jorge Carrión, experto en la materia y autor de Teleshakespeare (Errata Naturae, 2011), un libro que reflexiona, en primer lugar y a modo de prólogo, no solo sobre el fenómeno de las series desde el punto de vista visual y narrativo, sino también como manifestación política, social y cultural de los EE.UU; en la segunda parte, Teleshakespeare hace un repaso por más de una veintena de algunas de las series más destacadas de los últimos años. La charla —en un ambiente distendido y agradable, como siempre ocurre en Nollegiu— fue una revisión ampliada y actualizada sobre los conceptos claves del prólogo.
El comienzo de las series de televisión como nuevo fenómeno cinematográfico y audiovisual data del año 1999, cuando se estrenan El ala oeste de la Casa Blanca y Los Soprano. Sin embargo, este inicio viene marcado por un largo período de gestación en el mundo televisivo a lo largo de los años 80 y 90 de la mano de series como Twin Peaks, Homicidio, Doctor en Alaska o Canción triste de Hill Street, entre otras, por lo que, entendemos, el fenómeno de la nueva era de las series de televisión en los EE.UU se dio gracias a una evolución natural del medio televisivo hasta llegar a la que se conoce como la Tercera Edad Dorada de la televisión estadounidense.
A lo largo de los últimos años —especialmente después del 11S— hemos visto cómo las series estadounidenses utilizan la figura del presidente de los EE.UU de manera más que recurrente y cómo han ido representando la historia más reciente del país a través de series como El ala oeste de la Casa Blanca o House of Cards, entre otras. En la actualidad, las series de televisión están haciendo un relato crítico y analítico de la sociedad y de la política actual, erigiéndose un nuevo concepto: las series como debate contemporáneo. Durante los años 50 y 60, los EE.UU tenían como objetivo influir política y militarmente en el resto del mundo —el llamado hardpower—; como no podía ser de otra manera, esto dio paso al softpower, es decir, a la intención de dominar el panorama internacional también a nivel cultural, impulsando Hollywood y la cultura norteamericana del siglo XX. Así pues, el último intento de influir culturalmente a nivel global ha sido a través de las series de televisión, una paradoja interesante si tenemos en cuenta que el mundo que se retrata en estas series representa una visión absolutamente particular de su propio mundo, aunque, sin embargo, su influencia es global.
Al mismo tiempo, Carrión analiza las series desde el punto de vista de la inmigración. Por supuesto —mantiene el autor— hay una fidelización del tópico (en Dexter, por ejemplo, los asesinos suelen ser latinos mientras que el propio Dexter es el peor psicópata, y es blanco). Sin embargo, muchas series —de tendencia democrática, progresista e izquierdista en su mayoría— se forjan como modelos pedagógicos del futuro, preparan a los espectadores y, por lo tanto, a la sociedad norteamericana, para nuevas fórmulas políticas y sociales todavía no aceptadas, como una presidenta negra o parejas influyentes mixtas, algo que, indudablemente, acaba por afectar y acompañar al cambio real. De hecho, dice Carrión, el fenómeno actual de las series no se puede ni se debe entender sin internet, sin los ordenadores, las tablets, Twitter… Es decir, sin compartir información. La era de las series es el primer manifiesto artístico que no está regulado por ninguna academia como lo están la literatura, el arte, la arquitectura o el cine; no hay un canon establecido y son los propios espectadores los que marcan su pulso. Es un fenómeno más democrático —entendido como concepto de sincronía colectiva— en el que todos, como espectadores y consumidores, contribuimos a la influencia de las series en la actualidad desde el punto de vista cultural, social y político.
En resumen, el mundo de las series es un género actual digno de estudio y por el que no conviene pasar de puntillas para comprender, desde una perspectiva más amplia, la realidad que nos ocupa. Queda mucho que decir, muchas reflexiones que hacer, muchos puntos que unir… Muchas series que ver.
Por Clara Serfaty