A lo largo de esta semana que termina, en los medios de comunicación sí se ha hablado sobre librerías. La publicación del Informe sobre el Mapa de Librerías 2014 por parte de la Confederación Española de Gremios y Asociaciones de Libreros (CEGAL), realizado en colaboración con el Observatorio del Libro y el Ministerio de Educación Cultura y Deporte, lo ha hecho inevitable. Algunos de los datos presentados, los correspondientes al número de librerías que han cerrado durante el 2014, 912 espacios exactamente (493 más que el año anterior), fueron el punto de partida de la Mesa Redonda dedicada a las letras que se celebró ayer en el Ateneo de Madrid, dentro del Congreso organizado por la Plataforma en Defensa de la Cultura. Manuel Rico, que ejerció como moderador, leyó esas cifras como reflejo del efecto de la crisis económica sobre el mundo del libro, y especialmente de su repercusión sobre aquel mediador entre autores, editores y lectores, que son las librerías. Este tema y el relacionado con la revolución digital quedaron sobre la mesa para ser tratados por los cuatro participantes: Rogelio Blanco (Escritor, Ex Director General del Libro, Archivos y Bibliotecas), Ramón Alba (Editorial Polifemo, Gremio de Editores), Enrique Pascual (Librería y Editorial Marcial Pons) y María Antonia Carrato (Bibliotecaria).
Rogelio Blanco, comenzaba su intervención aludiendo a la condición de ser el último ex -Director del Libro, ”este título me duele en el alma, rogaría que me lo quiten pronto”. Le resulta incomprensible que ahora no exista esta Dirección, tanto como la inexistencia de un Ministerio dedicado exclusivamente a la Cultura. Hablando de presupuestos también hay muchas cosas que le resultan incomprensibles y graves. Para empezar, la reducción drástica de ayudas a los creadores, autores, ilustradores, traductores, que son el primer elemento en este ecosistema, y las ayudas a editoriales, que han seguido el mismo camino. Tampoco encuentra justificación a que los presupuestos para la compra de libros en bibliotecas actualmente sea cero. Según él “faltan datos, análisis, hacer comparativas con otros sectores económicos, asociacionismo, ver que la cultura es un elemento de riqueza” y hace falta también una reflexión profunda sobre la cultura.
Por su parte, Ramón Alba, voz de los editores, declaraba que “Madrid en este mes de marzo es una ciudad peor”, lo decía porque solamente en el mes de febrero se han cerrado cuatro librerías en la ciudad. Y se mostraba en desacuerdo respecto a la noticia que indica la existencia de 3600 librerías en España, aclarando que existe un error en la terminología, lo que existen son 3600 puntos de venta. “Si las hubiera, España sería el segundo país de la UE en ratio de librerías por habitante, y no es cierto”. Dando un paso más hizo la siguiente interpretación, “el sector del libro se ha encontrado con la tormenta perfecta, se han unido tres crisis: la económica, la del libro y la emoción del sentido digital”. Resulta que en los últimos cuatro años ha descendido un 45% la venta de libros sin que haya bajado el número de títulos publicados. ¿Qué medidas propone Alba? Él cree que “sería necesario un marco legal adecuado para el libro junto con un Plan de Fomento de la lectura”, pero no sólo eso, aquí la educación debería jugar un papel fundamental y no está sucediendo, “si no se invierte en educación no saldremos adelante como país”.
María Antonia Carrato fue contundente “estoy aquí para defender lo público”, y lo dijo porque entre otras cosas las bibliotecas sí tienen un marco jurídico, el primero es la Constitución, institución neutral que hace que “se garantice el derecho del ciudadano al acceso a la cultura, a la educación, a la investigación e información” en el Artículo 44. “A veces se olvida eso y es un mandato que hay que cumplir”. Concretó que la situación de las bibliotecas en este momento es grave. “Los valores y los programas políticos se traducen en el presupuesto”, en este caso, como ya comentó Rogelio Blanco, el presupuesto para la compra de libros es cero. Aún así, Carrato dijo que es necesario ir más allá de la compra de libros y tratar de satisfacer todas las necesidades relacionadas con este campo que tengan los ciudadanos.
El último en intervenir fue Enrique Pascual, “Escuchar lo que la gente del sector tiene que decir es importante”. Sobre el resultado del Mapa de Librerías, destaca que la pérdida y cierre de estos espacios es nefasto para la vida y actividad cultural de las ciudades. En los últimos seis años la venta de libros ha caído un 50%, lo que implica que estamos en niveles de hace 20 años. Mientras aquí se cierran librerías en Europa se abren. Sobre la ayuda de 150.000€ para librerías incluida dentro de los Presupuestos Generales del Estado, Enrique Pascual dice que si se divide la cifra entre las librerías existentes, el resultado sería de 34,60€ para cada una. Él renuncia a la suya.
En cuanto a medidas que ayudarían a mejorar la situación del sector, Pascual apuesta por las siguientes: Recuperar la figura del Director General del Libro de Archivos y Bibliotecas, una campaña nacional para prestigiar las librerías como espacios de referencia cultural, elaborar un informe sobre el valor económico de las librerías, la creación de un sello de calidad para librerías, recuperar las dotaciones de fondos para la compra de libros a las bibliotecas, y que esas compras se hagan principalmente a través de la red de librerías, un marco legal adecuado, subvenciones para la modernización de las librerías, lanzar un bono cultura para los jóvenes y una formación continua de calidad para los libreros y la gente del sector que se impulse a través de la Cámara del Libro.
Entre las declaraciones de profesionales del sector del libro, interpretaciones de datos oficiales que acaban centradas en la no lectura, en los no lectores, quizás lo que se echa de menos estos días (y siempre) es escuchar la voz y las necesidades de los que sí lo son. Sigamos hablando sobre librerías, pero sobre todo no olvidemos lo más importante, formar parte de su movimiento.
Por Ana Corroto