Imagen: Clara Serfaty

Richard Jackson, el poeta torrencial

Resonancia (Kriller 71), el primer libro de poemas de Richard Jackson editado en España, es un fruto en el árbol, una constelación, un ciervo en la espesura, tus labios, un petirrojo, una muerte en el Congo. Es un libro poliédrico lleno de universos difíciles de desentrañar en una única lectura; un libro con la particularidad tipográfica de que debe leerse como un pergamino —en vertical— para que los poemas no se interrumpan, como un río sin presa.

La idea de resonancia como eje de gravitación del texto se basa en el principio de una vibración intensa y armónica que todas las unidades vivas emiten, una frecuencia propia consecuencia de la naturaleza que hace que todo esté conectado. Richard Jackson comenzó su carrera profesional como ingeniero y terminó como poeta. Le interesa la ciencia, el ser humano, las relaciones internacionales, los animales, las estrellas, la literatura, y lo refleja en sus poemas. «Es un sistema de capas, como un libro de anatomía que va desglosando el cuerpo humano. El lenguaje también funciona de esta manera, hay que ir trabajándolo por capas, poco a poco. La idea de resonancia la he ido tomando de lugares que resuenan y están conectados: un rincón en Eslovenia, un sueño de mi esposa, un pez que me regaló un amigo… Luego mi mente empieza a conectarlo todo de manera que cobre un sentido y, al final, aflora. Es un proceso asociativo».

Richard Jackson es un hombre tímido que disfruta hablando de poesía. La conversación del pasado martes en la librería barcelonesa Pequod, al igual que en sus poemas, fluyó como un río a diferentes velocidades. El público reunido en torno al escritor escuchó sus palabras y asistió a la lectura de varios poemas, algunos de ellos traducidos y otros, en versión original, entonados por el propio Jackson. Son poemas largos y melódicos que están cargados de significado; a veces son tristes, a veces duros; transmiten dulzura, y son muy bellos.

(…)El viento descansa su cabeza sobre una rama. No sé qué más

decirte. Las patas de las cigarras despabilan su canto lentamente. Quizás

resonancia sea la textura del sentimiento, la profundidad de una mirada

que se parece a la sombra que las estrellas emiten en el cielo. Me

imagino lo que dirás, palabras como nubes en avalancha

unas sobre otras, estos pequeños detalles, un vaso espumeante

de cerveza negra, la mancha de vino en tus labios, hasta que un día,

de repente es hoy, ahora, y te vuelves hacia mí, y me dices

sin hablar, significados que se elevan como vapor de lluvia,

la sensación de un paño húmedo sobre la frente de un moribundo.

(Fragmento de «Resonancia»)

El poema es forma porque es orgánico, parte de una respiración, de una toma de aire, de un movimiento vivo. El yo no transmite certezas, al contrario, es dubitativo. En sus poemas hay largas enumeraciones como asideros a los que agarrarse. Son elementos que quedan en suspenso y es la duda la que vuelve sobre sí misma y cuestiona el mundo; la fractura del yo y de la naturaleza del mundo. Así es la poesía de Richard Jackson, «inconsolablemente feliz».

 

Por  Clara Serfaty

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