“Me gustaría pensar que puede haber una pizca de Agni en cada uno de nosotros y nosotras, un poquito de su fuego, su optimismo, aunque a veces cueste”. Son palabras de Dora Sales respecto a su último libro, Agni y la lluvia, publicado por la editorial Kalandraka. La escritora y traductora vuelve a demostrar su maestría a la hora de retratar una infancia marcada por la pobreza, la rutina diaria de millones de niños y niñas que se ven obligados a realizar tareas impropias para su edad con el único objetivo de sobrevivir. Durante la conversación la autora traslada la historia de Agni y su familia, desarrollada en Bombay, a un terreno más íntimo y cercano: el de los sentimientos. Las palabras vibran de emoción ante el reto de lograr impedir que las ilusiones de un niño se diluyan en una espiral de trabajos forzados y miseria. Porque el único trabajo que deberían tener los niños es el de soñar.
Agni es un niño que, con apenas 10 años, empieza a darse cuenta de algo muy importante, y es que la felicidad está hecha de pequeños detalles. ¿Es una visión que compartes totalmente? ¿Recuerdas cuándo empezaste a ser consciente de ello?
Creo que en realidad los niños y las niñas poseen esa sabiduría en la infancia, si su situación se lo permite, y disfrutan de las pequeñas cosas con una intensidad que al crecer a veces se nos olvida. Comparto la visión que comentas, absolutamente. Creo que darnos cuenta, de manera profunda, es parte del proceso de aprendizaje que implica vivir, madurar, y, de hecho, de alguna forma, volver a la sencillez de la infancia. Pero en infancias difíciles como la de Agni, a pesar de que él por suerte cuenta con unos mimbres emocionales y un entorno afectivo, los niños y las niñas suelen ser más maduros de lo que les corresponde por edad. Y en ese sentido, Agni, o al menos eso creo, posee una inteligencia emocional que ya quisieran muchos adultos…
En otra de tus obras, Y oyes cómo llora el viento, también relacionas el concepto de «pobreza» con el de «invisibilidad». ¿Hasta qué punto crees que las personas pobres son invisibles de cara al resto de la sociedad?
Por desgracia creo que vivimos en un sistema que tiende a pasar de puntillas sobre todo aquello que implique darnos cuenta, verdaderamente, de la desigualdad profunda en la que vive gran parte de la población mundial. Los sectores más explotados y marginados han sido y son permanentemente arrojados a la invisibilidad. Incomodan al sistema, porque es ese sistema, la sociedad o el modelo económico dominante lo que empobrece a grandes sectores de población. Los medios de comunicación seleccionan qué contar y es tanta la intoxicación que nos rodea que no somos de verdad conscientes de la pobreza en que viven millones de personas. No lo podemos ni imaginar. Y no sólo en países que inmediatamente asociamos con situaciones de desequilibrio extremo, sino en nuestro contexto diario… hay gente sin hogar, gente que vive mendigando en las calles de nuestro país, y gente a la que la crisis de los últimos años verdaderamente ha empobrecido. Cuando no te toca o no tienes casos cercanos parece que no lo vemos y, en efecto, son invisibles.

Enrique Flores
¿Has conocido alguna vez a alguien cuya vida se parezca a la de Agni?
Lamentablemente, sí. No sólo en la India sino en otros países donde hay situaciones de extrema pobreza que desemboca en el trabajo infantil, del que en gran parte de las ocasiones se benefician países occidentales. Niños y niñas que trabajan desde los 4 o 5 años, empleados como mano de obra barata y sin posibilidad alguna de salir de ese embudo en el que están sus familias, cuando las tienen… Agni es un personaje de ficción, y la suya es una historia ficticia, pero hay muchos niños con vidas parecidas a la de Agni, y peores que la suya. Es una sola de las miles, millones, de historias que podrían contarse acerca de niños y niñas trabajadores en todo el mundo.
Los padres de Agni y su hermano Vijay a veces se presentan como una especie de voz de la conciencia para el joven protagonista. ¿Qué importancia tienen los consejos y la experiencia de la familia en el desarrollo estos personajes?
Considero que son muy importantes, y más en un entorno como el de Agni, que no recibe formación escolar. La familia te educa, te transmite valores y formas de ver el mundo. Agni, por suerte, tiene esa cobertura familiar, y sus padres y su hermano Vijay le transmiten unos valores de solidaridad hermosos y profundos, que han aprendido vivencialmente, y de los que creo que todos podríamos aprender desde nuestras situaciones privilegiadas.
¿Cómo explicarías a Agni lo que es el amor? Y esta vez sin poder utilizar una famosa escena de una película de Walt Disney
Es que me gusta mucho la película que se menciona en la novela, y que no desvelo para no destapar nada. A Agni le explicaría lo que es el amor de la forma en que se lo explica su propio padre en la historia… me remito a esa secuencia. El amor es lo más precioso que tenemos, una energía incomparable, y en realidad es algo que no tiene explicación, que es difícil expresar en palabras. Lo reconoces cuando lo sientes. Hace que no haya límites, sino razones para hacer las cosas. Y sentirlo es una suerte, como dice el padre de Agni.
El amigo de Agni, Abhay, también marca en gran medida su optimismo a pesar de las dificultades. ¿Es la amistad un concepto que va evolucionando con el paso de los años o la esencia se mantiene?
Creo que las personas evolucionamos con el paso de los años, aunque se mantenga una esencia, de modo que el tiempo también construye la amistad, y la hace evolucionar, con suerte. La amistad es, sin duda, una de las mejores cosas de la vida, y en nuestro día a día con constantes avances tecnológicos me asusta pensar que hay gente que puede que no experimente amistades de verdad, sino aparentes. Me gusta mucho el personaje de Abhay, al escribirlo siempre me provocaba una sonrisa, y creo que en efecto aporta el toque optimista y divertido en ciertos momentos.

Enrique Flores
«El dinero es triste», escribes en boca de los protagonistas. ¿El dinero nunca forma parte de esos «pequeños detalles» que hablábamos al principio?
Nunca, para mí. Es algo personal que de alguna manera he trasladado a la mirada de Agni y su entorno. Quería transmitir cómo no le dan valor al dinero en el sentido material, sino como medio para hacer cosas y subsistir, sin darle la entidad e importancia que en realidad es un constructo derivado del sistema capitalista. Sé que puede sonar un poco utópico, pero además creo que es así, o al menos por mi experiencia, en el entorno de personas verdaderamente empobrecidas, con quienes he sido testigo de la generosidad más sincera.
Una de mis frases favoritas es «A veces es bueno dejarse llover». ¿Cómo sería un buen chaparrón para Dora Sales?
Un buen chaparrón para mí sería un poco como creo que lo siente Agni: dejarte llevar por lo que sientes, respirar hondo y darte tiempo, tanto para lo bueno como para lo malo o lo regular. Dejarse llover es, de alguna forma, soltar amarras y confiar en ti.
Sin revelar nada del final de la obra… ¿Cómo imaginas que será la vida de Lalita, la hermana de Agni, unos años después?
Como suelo pensar en positivo, aunque a veces sea difícil porque la realidad de lo que sucede en el mundo no da mucho pie, quiero imaginar que Lalita habrá conseguido avanzar un poco con respecto a la situación de sus padres, al menos. No sé si habrá logrado dejar de ser pobre, ojalá, o al menos un poco menos pobre. Me gustaría imaginarla como parte de una nueva generación que ha podido acceder a las oportunidades de desarrollo que toda persona merece, para hacer de su vida lo que ella quiera.
Las ilustraciones del libro están realizadas por Enrique Flores, con quien ya has trabajado en otras ocasiones. ¿Qué aportan sus acuarelas a historias como la de Agni? ¿Tenéis apuntados en la agenda otros proyectos comunes?
El trazo ágil de Enrique Flores aporta la ilustración que necesitaba la historia de Agni, como ya ocurrió con el trabajo que hizo al ilustrar Y oyes cómo llora el viento, que publicamos en Lóguez. Enrique ha hecho muchos cuadernos de viaje, entre otras cosas, y creo que eso genera una sintonía entre mi forma de elaborar el texto y su manera de ilustrarlo, porque ambos tenemos la experiencia viajera de haber estado en los espacios sobre los que se narra. Concretamente en cuanto a la historia de Agni las ilustraciones aportan una idea de infancia luminosa hasta cierto punto. También hay alguna ilustración que me provoca ternura, estoy muy contenta con el resultado, creo que las ilustraciones de Enrique han sido el complemento perfecto. Ojalá haya nuevos proyectos comunes más adelante. Sin duda, cuando tenga otro texto espero poder tener la suerte de volver a contar con su compañía.

La escritora Dora Sales
El 2 de abril es el Día Internacional del Libro Infantil y Juvenil. ¿Crees que historias como la de Agni forman parte de esta literatura que busca de alguna forma sensibilizar con relatos más realistas?
Creo que se puede, y diría que se debe, tratar de sensibilizar de alguna forma desde la literatura infantil y juvenil. Sin olvidar en ningún caso que ante todo se trata de literatura, que tiene que buscar una forma narrativa que elabore y mime las palabras, y busque generar una lectura que se pueda disfrutar como experiencia creativa. Pretendí en todo momento que la trama y la narración de Agni y la lluvia se sustanciase entre la melancolía y la luminosidad. La historia es muy triste, sobre trabajo infantil y pobreza, pero no quise acentuar en exceso esa tristeza, sino apuntarla en trazos medidos. La pobreza es el contexto de la historia, el único mundo que conocen Agni, su familia y amigos. Pero he tratado de dar a conocer esa realidad y generar concienciación desde una mirada tierna, centrada en el valor de los sentimientos y la voluntad por progresar, en la medida de lo posible.
Por Christian Rubio