Para Sara Morante (Torrelavega, 1976), la ilustración es una forma de estar en el mundo. Los dibujos de esta mujer son una celebración de la mirada, de los cuerpos, a través de atmósferas con pinceladas de fantasía, misterio, sensualidad. Ganó el Premio Euskadi de ilustración 2012, por “La flor roja”, de Garshin (Nevsky Prospects) y desde el 2011 su presencia en obras de editoriales que trabajan el libro ilustrado para adultos, no ha hecho más que crecer. Impedimenta, Contraseña, Nórdica o Páginas de Espuma cuentan con ella. Hemos seguido sus pasos, llamamos a su puerta y del generoso sí que nos ofreció por respuesta, vienen las siguientes reflexiones.
Las manos son un punto importante en común entre creadores de diferentes disciplinas. Como espectadora, al ponerme delante de algunas de tus ilustraciones, las manos que dibujas me transmiten tanto como las miradas; miradas y manos que se complementan y juntas cuentan más sobre el personaje. Me pregunto qué significan-implican las manos para ti, para tu trabajo, las tuyas y las de tus personajes.
Es curioso que lo veas de esa manera, porque las manos de los personajes que dibujo son un verdadero incordio para mí; son tan difíciles de dibujar que por mí los dejaría mancos a todos, pero esta es una opción demasiado “fácil”, y por lo tanto, aburrida, sin retos. Las manos son elementos importantísimos en la expresión de un personaje; sobre el papel nos falta la voz y el movimiento, pero tenemos el lenguaje corporal para transmitir emociones, estados, actitudes… por esta razón no puedo prescindir de ellas y me tengo que esforzar.
Sobre mis manos, la derecha está muy musculada. Se ve claramente que la uso más que a la izquierda. Los dedos son como muñones y tengo manchas permanentes de tinta en el dedo corazón. Como me mancho con los pigmentos, estoy a todas horas lavándome las manos y por muchas cremas que me dé no puedo disimular que son una herramienta de trabajo de uso continuado. No encajan en ningún canon estético, pero qué alegrías y satisfacciones me dan con un lápiz entre los dedos…
Tus trabajos y tus palabras dan bastante luz sobre el papel que ocupan el negro y el rojo en tu obra. Yo me pregunto qué emociones-ingredientes tienen para ti un valor similar a estos colores a la hora de construir esas fascinantes miradas, expresiones.
Me gusta mucho la construcción de personajes, la figura humana, y el drama, esto último sólo en la ficción, claro. Como he dicho antes, el lenguaje corporal es básico a la hora de expresar distintas emociones, y yo disfruto mucho creando esos gestos, semblantes y expresiones faciales. He citado el drama pero creo que también el humor negro forma parte de mi trabajo. El cine mudo es una gran fuente de inspiración. La ausencia de voz obligaba a multiplicar la expresividad en los rostros y gestos, y el cine en blanco y negro suplía la ausencia de color con una fotografía muy gráfica, unos encuadres muy pensados. Y, a qué negarlo, el ambiente que va desde 1910 a 1950 me atrae desde que era niña. Supongo que es una influencia literaria, o simplemente forma parte de mi imaginario. A la hora de dibujar personajes no puedo evitar fabular sobre ellos, yendo más allá del texto; construyéndolos en base a mi imaginación, pensando en partes de su biografía ocultas, rasgos de su personalidad, etc. Es un ejercicio que practico sin intención didáctica, simplemente por el mero disfrute que tiene recrearse en el fondo y la forma de un personaje.
Por otro lado llama la atención la teatralidad de los personajes, su relación con los cuerpos, con el espacio. La tensión, provocación, los límites, el movimiento, esa presencia tan contundente… imágenes que podrían ser escenas de una obra de teatro, o de cualquier otro tipo de representación que se desarrolle sobre un escenario. ¿Tienes alguna relación directa con la danza, el teatro…?
Pues sí. De pequeña y en la adolescencia hice teatro en varias ocasiones, pero afortunadamente me di cuenta a tiempo de que lo mío no era la interpretación, al menos la que sucede sobre un escenario (porque, para mí, la ilustración es otra forma de interpretar una obra). Me fascina todo lo que tiene que ver con un escenario; el teatro, el guiñol y las marionetas, la música, la danza. En los libros que ilustro muchas veces me siento como una ventrílocua o como una maestra de títeres. Presto especial atención a los personajes, pero también a los escenarios.
Y por cambiar el tono y el ritmo, ¿Qué es para ti un libro ( los de papel, los de toda la vida)? ¿Qué relación tienes con el libro electrónico? ¿Qué importancia das a las librerías?
No tengo ningún tipo de relación con el libro electrónico. No se trata de un boicot; entiendo que para muchos es un utensilio práctico y que ocupa poco espacio, pero yo no sé disfrutar de una lectura sin estrujar el libro en mis manos, doblar las esquinas de sus páginas, enrollarlo alrededor del lomo… por no hablar del olor del papel y la tinta offset. Por otro lado, cada libro tiene un diseño, una cubierta, una tipografía y un tono de papel diferente que hace singular cada edición. Son cosas de las que también disfruto cuando tengo un libro entre las manos. Sobre las librerías, yo tengo la suerte de estar rodeada de buenos libreros que saben recomendarme -o recetarme- un libro adecuado para cada apetito -o dolencia- en ese momento. Fue gracias a un librero que descubrí a los escritores de entreguerras, y creo que es interesante entrar en una librería y decir qué es lo que te apetece leer y escuchar las recomendaciones de los libreros, que son los facultativos en la materia.
¿Podrías ofrecernos algunas impresiones sobre el tramo del camino profesional en el que te encuentras ahora? ¿Se presenta 2014 como un año estimulante?
En este momento me siento muy a gusto dentro de la ilustración literaria, pero también me estoy dedicando a los retratos por encargo y a otras labores muy estimulantes y enriquecedoras para mí. Lo he comenzado ilustrando un título para la editorial brasileña Pulo do Gato, con los que ha sido un placer colaborar, y lo terminaré repitiendo experiencia con la editorial Nórdica Libros, ilustrando un título que me tiene muy ilusionada, “Sudenmorsian” (La novia del lobo, 1928), de la autora finlandesa Aino Kallas y traducido del finés por Luisa Gutiérrez. Entre medias estoy entregada a un proyecto personal que he tenido esperando unos años y que no sé a dónde me llevará, pero estoy disfrutando, y aprendiendo, muchísimo durante el trayecto.
Por Ana Corroto