A buen paso es una de esas editoriales que todo el mundo debería conocer. Consigue que los libros se te queden pegados a las manos; sus colores, sus historias, su manera de expresar pequeñas o grandes verdades… te hacen soñar que otro mundo es posible. Y Arianna Squilloni, es quién está detrás de todo esto.
A buen paso nació en 2008. Echando la vista un poco hacia atrás, ¿cómo describirías estos primeros seis años a nivel personal, profesional, de mercado y, sobre todo, ¿qué ha significado la incursión de A buen paso en el panorama editorial infantil y en el mundo de la ilustración actual?
Estos seis años han sido un caos apasionante y, a veces, muy tenso. Para financiarme tenía otro trabajo de jornada completa y esto ha causado –en ocasiones puntuales– algunos cortocircuitos. Sobre todo, en algunos casos, no me ha permitido meditar todo lo que hubiese querido sobre el plan de publicaciones, la edición de los textos, el aspecto físico de los libros. A partir de este 1 de julio he dejado el otro trabajo que tenía, quiero pensar que esto significa que A buen paso empieza a resistir con sus propias fuerzas. A mí debería dejarme más tiempo para “el proselitismo”…
No sé qué impacto puede haber tenido A buen paso en el panorama editorial infantil, no sé si ha tenido uno, lo que sí sé es que, al margen de trabajar con escritores e ilustradores reconocidos que me fascinan, he tratado siempre de colaborar con creadores jóvenes y/o a punto de crear su primer libro. Me interesa mucho lo que estas personas tienen que decir.
Dicen que, hoy en día, un ilustrador que quiera publicar algo diferente, arriesgado, fuera de lo común… sabe que uno de los primeros lugares a los que debe acudir es a A buen paso. De hecho, creo que fue Grassa Toro el que dijo que A buen paso es, hoy por hoy, la única editorial de álbum ilustrado que hace “lo que le da la gana”. ¿Ha sido siempre este tu objetivo?
Agradezco mucho esas palabras de Grassa Toro, porque en realidad se trata precisamente de eso: no quiero publicar libros arriesgados, no es ese mi objetivo, lo que quiero publicar es lo que me da la gana, en el sentido de que se trata de historias que no me puedo sacar de la cabeza (me pasó precisamente con Una pierna, una historia de Grassa Toro, que saldrá en 2015 ilustrada por Arnal Ballester). Lo que me interesa es que una historia o una idea de libro sea honesta, nazca de una necesidad real de contar algo y que lo haga con arte.
¿Qué criterio o criterios utilizas para elegir los proyectos que editas? ¿Hay alguien más en A buen paso que tenga voz y voto en este aspecto? ¿Qué es para ti un buen proyecto, un proyecto que aceptas y editas?
Trato de comentar todos los nuevos proyectos y las nuevas propuestas con Miquel Puig, el diseñador de los libros de A buen paso. Sin él no sé qué haría. Pero es cierto que, al final, me temo que soy la única responsable de la decisión de publicar un libro. En la medida de lo posible, lo que busco son historias (suelo empezar por la historia) bien contadas y necesarias. Con esto quiero decir que lo que busco son historias que no pretenden ser útiles, ni hablar de uno o más valores, ni dirigirse a una hipotética idea de niño modelo.
Busco historias que se tienen que contar porque sí, porque sino el escritor iba a explotar; y que luego han sido arropadas con las palabras exactas, un determinado ritmo, cohesionadas desde un punto de vista literario. Nada más que eso. Me interesan el arte y la literatura. Ha habido algunos casos en los que un proyecto ha empezado por las imágenes para las que entonces hemos buscado una historia, un desarrollo, un contexto. En general, muchos libros nacen del diálogo con sus autores, nacen de una idea que poco a poco va tomando forma. Y luego en mi cabeza flota un largo listado de ilustradores con los que quisiera trabajar, así que, a la que aparece una historia que me hace pensar en ellos, los llamo enseguida.
¿Cómo está el panorama editorial en España y/o en Cataluña para una editorial tan independiente como A buen paso?
No está muy bien, sobre todo si pretendes vender tus libros para niños. Lo que te salva son las bibliotecas y los grupos de lectura curiosos y activos que, por un lado, cotillean en las mesas de novedades y que, por el otro, desarrollan actividades y propuestas de lectura interesantes. Lo que me preocupa es que, en general, se piensa que si el niño no se apropia enseguida de un libro, entonces ese libro no le está hablando. El problema es de qué niños estamos hablando y de qué libros. ¿Cuál es el entorno del que salen estos niños? ¿Ha habido personas que se hayan sentado a leer con ellos? ¿Cuántas imágenes han visto, de cuántos estilos? ¿Es cierto que un libro tiene que entretener como un juguete? Hay para todos los gustos, hay libros preciosos con los que los niños conectan enseguida y hay libros que requieren la voluntad de sentarse a leerlos. Claro que sí. Lo que pasa es que solemos olvidarnos de estos últimos. Y hay libros de A buen paso, como la serie de Antonino, que conectan de maravilla con los niños pero no con los padres y, en general, con quienes los compran. Y este es la peor situación en la que un niño, un libro y una editorial pueden encontrarse.
Recientemente has publicado un libro que se titula ¿Quién es el más fuerte del mundo? ¿Qué significa este libro para ti? ¿Se necesita mucha fuerza para crear y mantener una editorial, en este caso la tuya? ¿Qué te dio fuerza para dar el paso de lanzarte en el 2008?
Yo creo que se necesita mucha fuerza para vivir en general y para disfrutar del tiempo que nos han dado en las circunstancias en las que a cada uno le ha tocado vivir. Yo estoy totalmente a favor de la resistencia (por ejemplo, también La noche de la visita es un libro sobre este tema). En 2008 me había quedado sin trabajo, pero con las idea claras respecto a lo que me hacía feliz (editar libros) y el tipo de libro que quería editar. No quería tener que justificarme delante del departamento de márquetin o de un jefe, porque editar libros es una tarea altamente moral, así que me lancé. Como te decía, al principio lo hice con un pequeño chaleco de seguridad, es decir, buscándome un trabajo en paralelo, porque los sueños tienen que tener piernas muy largas y bien apoyadas en la realidad.
A través de tu catálogo, es fácil aprender y adentrarse en varios mundos; el de los sueños y la fantasía, con El señor G, El viaje, Antonino de sueño en sueño…; el de la muerte, con Pequeña Parka, La hierba más verde o en cierto modo Bruno; el de la amistad, con La calle del fantasma, Historias de Conejo y Elefante, Las historias de Antonino, Amiga gallina, Juan Hormiga… ¿A través de qué, o cómo se aprende a ser un buen editor? Ser editora de libros infantiles (aunque muchos adultos también los lean), ¿implica un compromiso mayor?
Gracias por lo que dices del catálogo de A buen paso, se trata de lo que espero conseguir a través de sus libros, abrir mundos… En general, publicar libros es una tarea que tiene que ver con la vida, así que creo que el compromiso es muy grande en cualquier caso. Pero para editar hay que tener toda una serie de conocimientos técnicos, casi artesanos, diría, sobre la lectura de un texto, la producción e impresión de los libros, la corrección, las implicaciones técnicas e incluso logísticas de la distribución. Creo que un editor tiene que tener conocimientos en todos estos ámbitos porque es la base de su día a día; tiene que leer un montón y tiene que tratar de seguir a los nuevos creadores y lo que se publica en otros países.
Finalmente, y sobre todo, un editor tiene que tener las ideas claras sobre el tipo de vida e historia que aspira a escribir a través de los libros que publica como si, en palabras de Calasso, «cada uno de ellos fuese un capítulo del libro de su vida». Algo por el estilo.
Viendo los libros que publicas, está claro que cuidas al lector; que con creatividad, imaginación, compromiso, te pones en su lugar. Ahora bien, en las librerías esos libros acaban al lado de muchos otros, ¿cómo se trabaja para conseguir que elijan los tuyos? La labor del librero es importante, ¿qué lugar ocupan para ti ellos, las librerías?
La labor de los libreros es fundamental. Son los que recomiendan los libros, los que pueden conducir la atención de un potencial lector hacia tu libro. Libros como los de A buen paso, que requieren un acto de fe de parte del comprador (si todos los que han intervenido en la creación de este libro han hecho el esfuerzo de poner esto en esta mesa, es que teníamos algo importante que decir), necesitan un librero que los conozca, aprecie y hable de ellos. También creo que es importante tratar de dejar clara la identidad del catálogo de la editorial, para que, si alguien empieza a seguir sus publicaciones, sepa qué esperar de ellas. La identidad y una determinada imagen, probablemente, eso sí.
A lo largo de estos años has ido trabajando con autores nuevos pero también hay otros que repiten; Iban Barrenetxea, Gustavo Roldán, Arianne Faber… ¿Cómo vas construyendo esa identidad?
Con muchos tés y cervezas. Una de las cosas mejores de este trabajo es la parte humana, el diálogo y la comunicación con los autores. Lo que me suele fascinar es el universo personal de un creador y, para acercarse a él, hay que hablar, escribir, intercambiar impresiones. Mucho proyectos de la editorial nacen de esta manera: hablando con los autores hasta que surge la idea de un libro. De alguna manera soy una persona bastante fiel y, una vez publicado un libro con un autor, me gusta seguirle la pista y me gusta pensar que, si lo quiere, en A buen paso puede seguir desarrollando su obra. Es como si fuéramos creciendo todos al unísono.
Por Clara Serfaty