Protagonistas // Editores

Julián Lacalle, 24/07/2017

 

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«El valor literario por sí solo no sirve»

Para muchos lectores, el nombre de Pepitas va asociado a los Diarios de Iñaki Uriarte, para muchos otros, Pepitas remite a los ensayos de Lewis Mumford, sociólogo y urbanista durante años ausente en las librerías españolas. Pepitas es, además, la editorial que ha reeditado al genio Azcona y al irónico Julio Camba. Pepitas de calabaza o, como ellos prefieren llamarse, Pepitas toma su nombre de un diálogo de Amanece que no es poco, la obra maestra de José Luis Cuerda y cuyo guión, junto a otros trabajos de Cuerda, es uno de los títulos que configura el catálogo de esta editorial, que se define por la crítica social. Desde el primer momento, Pepitas ha ido promoviendo editorialmente la crítica social como disciplina a través de un catálogo, donde los textos y el contenido de los mismos se imponen por encima de categorizaciones y modas. Conversamos con Julián Lacalle, fundador y editor de Pepitas.

Han pasado 20 años desde que naciera Pepitas. Echando la vista hacia atrás, ¿cómo ha evolucionado la editorial o cómo ha cambiado desde sus inicios hasta el presente?

Hemos pasado de no saber casi nada del mundo editorial, a defendernos con cierta soltura en dicho medio. Entre todos hemos construido el amplificador necesario (aunque de dimensiones discretas) para poner sobre la mesa las discusiones que nos interesan.

El catálogo de Pepitas se define principalmente por la crítica social, ¿era una asignatura pendiente en el panorama editorial español?

En el momento que empezamos quizá sí –o al menos tal como la vemos nosotros, desde una óptica radical y sincera-. Pero, por fortuna, se han ido sumando a la tarea proyectos hermanos que lo están haciendo muy bien. Ahí están las Ediciones del Salmón, por ejemplo.

Pepitas puede relacionarse con editoriales como Crítica o Akal y, sobre todo, con Capitán Swing. A pesar de ello, ¿el ensayo y, en concreto, el ensayo político sigue teniendo una presencia exigua en comparación del espacio que ocupa la novelística?

Nunca había llegado a mis oídos tal cosa. Creo que Crítica o Akal son editoriales con un criterio –y un poderío- muy ajeno al nuestro. Desde siempre tenemos relación con Capitán Swing, una relación de amistad, colaboración y camaradería. Parece que el ensayo tiene menos presencia que la novela, está claro. La novela de crítica social no pasa por su mejor momento. Se echa de menos autores de novela “social” como la que floreció en siglo XX. Pero… nosotros, de todas formas, tratamos de buscarlos.

Por lo que he leído, no os queréis definir como una editorial política, sin embargo, ¿sí podemos hablar de un compromiso social y, consecuentemente, político hacia la sociedad a la que os dirigís?

No nos dirigimos a ninguna sociedad, formamos parte de ella (aunque a menudo uno tenga ganas de desertar). No somos una editorial que dependa de ningún grupo (partido, sindicato o asamblea), somos nosotros y nuestras circunstancias, nuestras preocupaciones, nuestras discusiones. Y tratamos de dar voz a esas corrientes de pensamiento que están haciendo propuestas importantes. Cada vez me cuesta más aceptar (o rechazar) de golpe tal o cual corriente del pensamiento radical. Creo que la lectura de todas (y la discusión de sus ideas y propuestas) nos dejan un camino más limpio.

Habéis superado los años de la crisis, durante los cuales, algunos afirman que aumentó el interés lector por el ensayo, sobre todo social y político. ¿Desde vuestra experiencia ha crecido el interés por una literatura de no ficción atenta a analizar críticamente el presente?

Con la editorial nunca hemos vivido un periodo que no fuera de crisis. Vuelve a haber obras –de albañilería por todos los lados-, pero dudo mucho que se haya superado “la crisis”, y menos para el mundo del libro en los términos que manejamos nosotros. Todo indica que existe más interés por la crítica social. Solo tienes que ver que las multinacionales del libro vuelven a editar textos relacionados con la cuestión social y a los clásicos del pensamiento radical.

Si bien separáis entre ensayo y narrativa, ambas secciones comparten títulos como Fue el estado o Diario sin motocicleta. En este sentido, a pesar de esta categorización, ¿pensáis el catálogo y, por tanto, la literatura como un todo, más allá de los géneros?

No nos interesan demasiado las divisiones por género. Aunque para facilitar el trabajo comunicativo haya que hacerlo. Queremos buenos textos, que comuniquen. El género es lo de menos.

Habéis descubierto un autor como Uriarte, habéis rescatado a Mumford, cuya presencia en España era bastante exigua, habéis publicado la primera obra de Eduardo Rabasa… ¿Cuesta mucho introducir en el mercado nuevas voces literarias?

Poner en órbita cada nueva voz cuesta mucho. Por diferentes motivos. A veces conseguimos que se lean mucho, otras no tanto, pero… casi todas (por no decir todas) nuestras propuestas son “nuevas voces”.

Publicando autores como Julio Camba o Manuel Jabois habéis apostado por la narrativa periodística, algo que otras editoriales, como Libros del K.O., también están haciendo. ¿Se ha asumido ya que el periodismo es una expresión también de la literatura o todavía cuesta hacer introducir en el canon a autores como Camba?

En esa batidora de la realidad que es la prensa escrita, hay siempre algunos apuntes, columnas, reflexiones que merecen pervivir más allá del contenedor de basura en el que acabará el periódico al día siguiente… por eso cuidamos de que algunos textos de Zarracina, Martín Olmos, Jabois, Camba, etc. estén a buen recaudo en libros.

Algo que define alguno de vuestros autores más magistrales, Camba, Cuerda o Azcona es el humor como expresión crítica. ¿Incorporáis estos autores, más allá de su valor literario, también como agentes de crítica social, como lectores privilegiados y críticos de su tiempo?

El valor literario es esencial. Pero en la elección siempre hay una mezcla de diferentes factores y talentos. Por supuesto que los elegimos por ser exponentes de la crítica social, lectores privilegiados e impecables críticos de su tiempo; el valor literario por sí solo no sirve. Puedes escribir muy bien, pero si no tienes nada que decir, de poco nos vale.

En el momento de publicar autores como Mumford, Marx, Morris, Debord o Jappe, ¿teníais delineado un público lector a quien dirigiros o, más bien, había una voluntad de crear un público lector para vuestras propuestas?

Nosotros nunca hemos pensado en un “hipotético público lector”. Siempre publicamos los textos que nos gustan, que creemos que hay que leer y discutir. Con la certeza de que le van a interesar a otra gente. No estamos tan solos en el mundo (o eso espero). Todo depende de nuestros gustos personales, no conocemos los gustos de otro tipo. Y no trabajamos con estudios de mercado ni otro tipo de varitas mágicas, que por otro lado de poco sirven en el azar –podríamos llamarlo ludopatía- editorial.

En relación al mercado, ¿el éxito de una editorial independiente reside en asumir que ni su público ni su rival son los grandes holdings editoriales?

Yo no sé responder a esto. Hay tantos conceptos de editorial independiente, como editoriales independientes. Y la independencia no es garantía de nada. Prefiero el concepto de editorial cuidadosa. Me gustan los editores/as que aman su trabajo. Y que hablan de libros, no de números.

¿Cómo ves la cada vez mayor concentración de poder editorial en dos grandes grupos?

No hay que ser un lince para saber que la desaparición de la biodiversidad trae el desierto.

Hace relativamente poco ha concluido la Feria del libro de Madrid, ¿un espacio para los lectores y el fomento de la lectura o un espacio para la literatura más comercial?

Hay muchos libros y muchos lectores. Y creo que es un espacio bastante plural, aunque no estén representados muchos proyectos pequeños. Esenciales.

En otras palabras, ¿considera el editor de Pepitas las celebraciones como Sant Jordi o la Feria del libro de Madrid beneficiosas para editoriales independientes como la suya? ¿Son estas citas el lugar donde encontrar los lectores?

Cualquier espacio donde puedas mostrar –cara a cara- tus libros a los posibles lectores, explicarles tus propuestas y discutir un poco es positivo. Otra cosa es el esfuerzo –económico y energético- que eso nos supone. Y más viviendo, como vivimos, en el Más Allá. Pero, de momento, ganas no nos faltan.

 

Por  Anna Maria Iglesia

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