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Paula Vázquez, 13/11/2020

 

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Imagen: Paula Vázquez, socia fundadora de Lata Peinada / Foto cedida por la librería

Lata Peinada: “Queremos ampliar el conocimiento que se tiene de la literatura latinoamericana”

Hace apenas una semana, la librería Lata Peinada inauguró local en Madrid. En estos tiempos, a algunos les puede parecer una osadía y a otros, un acto de valentía. Para Paula Vázquez, fundadora de la librería latinoamericana que abrió sus puertas hace casi tres años en Barcelona, instalarse en Madrid es continuar con un proyecto que nació durante una conversación con su socio en un bar de la capital catalana. Especializada en literatura hispanoamericana, Lata Peinada acerca a los lectores títulos, autores y editoriales que no llegan habitualmente al mercado español. Su objetivo es ofrecer un panorama más amplio de las letras hispanoamericanas.

 

Abrir una segunda librería en Madrid, ¿es una osadía o un signo de que, a pesar del contexto, la cosa va relativamente bien?

Bueno, el término “bien” tiene algo de extraterrestre, sobre todo en este momento. Hasta llegar aquí pasamos por distintas fases. Al principio, nos enfrentamos a la incertidumbre y a la angustia provocada por el hecho de vernos forzados a permanecer cerrados, sin saber cuánto, si quince días o tres años. En ese momento, nuestra única preocupación era mantener los puestos de trabajo. Teniendo en cuenta que nuestro proyecto se desarrolló muy rápidamente desde que tuvimos la idea hasta que abrimos la puerta de la librería en Barcelona, paradójicamente, esas semanas de obligado encierro durante el mes de marzo nos dio un tiempo que no habíamos tenido hasta entonces para pensar hacia dónde queríamos que fuera el proyecto. Era un momento muy crítico, podíamos haber decidido cerrar, puesto que la incertidumbre era grande, porque no era fácil mantener los puestos de trabajo… Sin embargo, no queríamos tirar la toalla, al contrario, queríamos que el proyecto tirara adelante y siguiera creciendo. La llegada de las ayudas fue muy importante, sobre todo por lo que se refiere a asegurar los empleos, tanto como el apoyo que recibimos de nuestra comunidad de lectores, respaldando el proyecto a través de las compras anticipadas y de las ventas online. Cuando, finalmente, pudimos abrir, aunque con muchas limitaciones, la gente volvió de inmediato a Lata Peinada y nos dimos cuenta de que había una necesidad de volver a la librería y de que teníamos a nuestro alrededor toda una comunidad que nos empujaba a seguir adelante.

Y así decidisteis instalaros en Madrid.

Esta era una idea que siempre tuvimos en el horizonte. Madrid es una ciudad que nos gusta en la que, además, hay un mercado amplio para la literatura latinoamericana. De todas maneras, la decisión de abrir un local ahí no responde meramente a una cuestión romántica. No nos lanzamos a ciegas a la aventura, sino que fue algo muy pensado y aprovechando, entre otras cosas, que, con la pandemia, los alquileres de los locales habían bajado muchísimo, casi un 50%. Locales en el centro de Madrid que, antes, eran inalcanzables para nosotros, pues era imposible pensar en pagar los alquileres que se pedían con las ganancias de una pequeña librería, se volvieron más accesibles tras las semanas de confinamiento. Y así, tras un proceso de búsqueda, encontramos el sitio perfecto para Lata Peinada y debo decir que, tras algo más de una semana abierta, la respuesta de la gente ha sido maravillosa. Esperemos que no sea fruto del entusiasmo inicial y que este interés hacia nuestro proyecto dure en el tiempo.

Actualmente las librerías son, junto a los museos, la única institución cultural abierta. ¿Notáis que hay mayor venta de libros por el miedo a un nuevo confinamiento?

No sé cuánto hay de leyenda urbana y cuánto de verdad en esto de que la gente está comprando libros por miedo a que nos vuelvan a confinar. Lo cierto es que, como se vio en marzo, a través de la venta online que pusimos en marcha muchas librerías, los libros se pueden seguir comprando, aunque estemos confinados. Sin embargo, los que somos frecuentadores habituales de las librerías sabemos perfectamente que no es lo mismo que te llegue por mensajero un libro que acudir a la librería, hablar con el librero, que este te recomiende, mirar los estantes, elegir… La figura del librero, que conoce a sus lectores, que sabe qué le gusta a cada uno, crea lazos comunitarios y, por esto, es tan importante la librería como espacio de encuentro. Y yo, que soy optimista por naturaleza, quiero pensar que este periodo que estamos viviendo con todas estas medidas de distanciamiento y con esta idea del otro como alguien que nos puede contagiar nos va a llevar a apreciar más la cercanía, la comunidad y el vínculo con los otros.

En esta situación de movilidad reducida, ¿a Lata Peinada acude principalmente gente del barrio o, por el contrario, siguen llegan lectores de diferentes zonas de Barcelona?

En Barcelona seguimos teniendo lectores de distintos barrios. Yo vivo en Buenos Aires, así que para mí Barcelona es una ciudad donde todo está más o menos cerca. Evidentemente, tenemos una comunidad de fieles del barrio, pero tenemos lectores de otras zonas que acuden a Lata Peinada, porque aquí pueden encontrar libros que no están en otras librerías.

Mirando hacia atrás, ¿cómo surge el proyecto de abrir una librería especializada en literatura latinoamericana en Barcelona?

El proyecto nace en una charla de café con Ezequiel, mi socio. Los dos tenemos un vínculo muy estrecho con Barcelona, ciudad en la que ambos vivimos en un periodo de nuestras vidas. Yo hice una maestría allí y, durante mucho tiempo, busqué cualquier excusa -cursos, talleres…- para poder volver y reinstalarme nuevamente. Ezequiel estudió también en Barcelona y estaba viviendo allá cuando tuvimos esta charla. Además, los dos somos escritores. Nos conocemos desde que tenemos diecisiete años, pero nuestra amistad se estrechó en los últimos tiempos, sobre todo en torno a la literatura: leíamos las cosas que escribíamos, hicimos juntos el taller de poesía de Fabián Casas… Y, como decía, en una charla, se nos ocurrió la idea de abrir una librería dedicada exclusivamente a la literatura latinoamericana, en parte por la relación que tiene Barcelona con ella y no solo por lo que se refiere al llamado Boom. Nuestro proyecto con Lata Peinada era el de ampliar el conocimiento que se tiene de la literatura latinoamericana en Barcelona y en España. Nosotros queríamos ampliar ese campo reivindicando autoras y también autores de esos años del Boom que no fueron incluidos en ese movimiento como Elena Garro, Cristina Peri Rossi o Gonzalo Castellanos y, al mismo tiempo, dar a conocer a escritores actuales que se publican en Latinoamérica en editoriales independientes y que aquí no llegan. Por esto, el 50% de nuestro catálogo lo forman libros de importación propia de editoriales independientes, a las que compramos directamente. Esto quiere decir que los libros de algunas de estas editoriales que no tienen importación en España solamente se pueden conseguir en nuestra librería.

 

Lata Peinada en Madrid / Foto cedida por la librería

Lata Peinada en Madrid / Foto cedida por la librería

Dicho de otra manera, querías mostrar toda esa literatura que está ahí, fuera de los grandes grupos.

Exactamente. No son los editores de Random House o de quien sea los que dicen qué es la literatura latinoamericana, sino que lo decimos nosotros a través de esos otros autores que están escribiendo actualmente, que nosotros consideramos indispensables y que no llegan, porque publican en editoriales independientes. De hecho, algunos de ellos no quieren publicar en grandes grupos o quieren que parte de su obra se edite en sellos independientes. Este es el caso de César Aira, que publica en Literatura Random House, pero al mismo tiempo en editoriales muy chiquitas.

Como, por ejemplo, Eloísa Cartonera.

Sí, es una editorial maravillosa de un poeta increíble como es Washington Cucurto.

En Lata Peinada, la literatura argentina tiene mucho peso, pero ¿qué representación tienen las otras literaturas?

Evidentemente, hay una sobrerrepresentación de la literatura argentina en nuestro catálogo, por la sencilla razón de que es la literatura que más conocemos y más hemos leído. Además, el problema que encontramos en Europa en lo referente a la no distribución de editoriales independientes latinoamericanas lo encontramos también allá: es decir, en Argentina, por ejemplo, nos llegan pocas cosas de escritores contemporáneos chilenos, bolivianos o peruanos. Los grandes grupos como Penguin Random House o Planeta, además, no publican lo mismo en Colombia que en Perú o en Argentina de tal manera que la circulación de autores y libros se hace todavía más complicada. Por esto, tuvimos que hacer un esfuerzo para ampliar, ante todo, nuestro propio conocimiento de la literatura latinoamericana más allá de Argentina y más allá de los autores más conocidos, como pueden ser, por ejemplo, si pensamos en Chile, Nona Fernández o Lina Meruane.

¿Para Madrid pensáis en actividades similares a las que ya realizáis en Barcelona?

Llevamos muy poco tiempo en Madrid, pero la idea es, efectivamente, generar actividades como hacemos en Barcelona: talleres online y presenciales, presentaciones… De todas maneras, lo primero que queremos hacer es establecer vínculos con la comunidad latinoamericana ya instalada en Madrid. El otro día, estuvimos hablando con la directora de Casa de América, que es un centro nucleador de la cultura hispanoamericana en la ciudad, para ver qué posibilidades hay de hacer actividades en conjunto. Por tanto, ahora lo que estamos haciendo es presentarnos ante las escritoras y escritores y ante las editoriales y plantearles posibles colaboraciones. Algo que ya tenemos organizado son dos actividades con Páginas de Espuma, una con Clara Obligado y Mónica Ojeda.

En Barcelona, habéis realizado distintos tipos de talleres. ¿La librería no solo crea lectores, sino también futuros escritores?

Hace un tiempo, pensé en escribir un libro sobre la librería y sobre lo que es una librería. Estuve leyendo muchos libros, la mayoría de los cuales son una suerte de anecdotario y no es eso lo que yo quería hacer. Me di cuenta de que, si en algún momento escribía el libro, tenía que centrarme en señalar que una librería es un lugar donde se crean lectores y, por tanto, también escritores. La pulsión de la lectura hace nacer la pulsión de la escritura. Las librerías que a mí me gustan son aquellas en las que no solo me formé como lectora, sino también como escritora; son lugares que fueron una especie de refugio en el que pude llegar a ese espacio de pleno disfrute que es la literatura. Y, desde el inicio, con Ezequiel quisimos que Lata Peinada fuera un lugar de refugio en el que pensar conjuntamente sobre la lectura y la escritura. Evidentemente, cuando escribes estás solo con tu computadora, pero toda la fase previa a la escritura tiene lugar con los otros, tiene que ver con el diálogo y con el intercambio de opiniones en torno a la noción de literatura. Y este intercambio de opiniones tiene lugar tanto a través del diálogo como a través de la lectura, porque es leyendo que uno incorpora ideas y concepciones distintas.

En Barcelona, tenéis un rincón para bibliófilos, otro tipo de lector

El que tiene una relación con el libro como objeto, en algún momento de su vida, puede caer en la tentación de convertirse en un bibliófilo. Si para vos no es lo mismo comprarte un libro en una librería que por Amazon, si para vos no es lo mismo un libro físico que un e-book, tenés el riesgo de convertirte en adicto a la bibliofilia. Para mí, el libro es un objeto perfecto que no va a ser reemplazado jamás, aunque reconozco que nunca había sido una gran bibliófila hasta ahora: en estos últimos tiempos, he empezado a tener libros fetiches, libros que compro para Lata Peinada y que, después, decido quedarme para mi biblioteca, libros que no puedo vender a menos que no esté segura de que vayan a parar en las manos de alguien que los va a querer como yo los quiero. Por esto, el poner un rincón bibliófilo en la librería respondía al intento de reforzar el vínculo sensible con el objeto libro.

Antes hablabas de las ayudas recibidas, ¿qué se tiene que hacer aquí en España y cuál es la situación en Argentina, donde resides actualmente?

En España, sería imprescindible declarar las librerías como bien esencial. Sería un primer paso para poder estar abiertos en la medida en que se pueda. En Argentina, la situación es muy difícil: veníamos de una situación muy complicada tras cuatro años de gobierno de Mauricio Macri, que aumentó muchísimo los números de la pobreza y de la deuda externa. La pandemia ha agudizado todo esto y ahora nos encontramos en Argentina con un 50% de pobreza, una situación dramática para gran parte de la población. En estos meses, el Gobierno dio ayudas para mantener el empleo a través de transferencia a las empresas, pero no hubo ayudas especiales para librerías ni para el sector cultural. De todos los modos, lo que sucedió en Argentina es que las librerías independientes pudieron mantenerse bastante bien, incluso algunas multiplicaron sus ventas, porque se beneficiaron del cierre de las grandes cadenas, cuyos locales estaban principalmente en centro comerciales que cerraron obligatoriamente durante siete meses. Durante todo ese tiempo, los lectores se volcaron con las librerías independientes que permanecieron abiertas como también se volcaron los grandes grupos, que antes no enviaban sus novedades a estas librerías, que se convirtieron en su única opción para poder seguir vendiendo.

 

Por  Anna Maria Iglesia

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