Protagonistas // Libreros

Lola Larumbe, 10/11/2015

 

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Imagen: Pablo Almeida

La mujer de la Alberti

Reconocer lo que funciona, tiene vida y no necesita reinventarse para evolucionar o dialogar con su época, porque ya encontró su propio lenguaje, la forma de comunicarse con el otro, el equilibrio. Es el caso de la librería Rafael Alberti. 2015 está siendo el año en el que la librería celebra su 40 aniversario, y noviembre es el mes en el que abrió por primera vez sus puertas, lo hizo Enrique Lagunero. La Alberti de Argüelles, de Madrid, la casa de tantas y tantos lectores. La Alberti de Lola Larumbe, una mujer que se hizo librera por casualidad mientras vivía su etapa universitaria y desde entonces, desde finales del 79, su compromiso con este oficio no ha hecho más que crecer a lo largo del tiempo, a pesar de los contratiempos.

A veces imagino que entrar en la librería Alberti tiene cierta semejanza con el acto de contemplar un cuadro. Que existen capas y etapas de similitud. Situarse frente al escaparate ya genera una impresión, comienza una historia. Acceder al interior, ponerse cara a cara ante la dimensión de ese fondo (unos 20.000 títulos), supone dar un paso más. Aunque una persona conozca un número importante de los libros que habitan las estanterías, aún hay más por descubrir. Y para conocerlo hay que volver y vivirlo, como uno vuelve ante un cuadro que no solo le gusta sino que le llega. Ahí es cuando se descubre que las biografías de muchas personas, sean lectores, escritores, editores, vecinos… estarían incompletas si no apareciese en ellas su relación con la librería Alberti. Bien porque en este espacio compraron algún libro que les marcó, que produjo un cambio, presentaron una obra o más, porque asistieron a un encuentro y escucharon lo que necesitaban para sentirse mejor en ese momento, aprendieron algo nuevo, encontraron consuelo o complicidad en una lectura compartida, bien porque aquí nació una amistad, o nacieron varias, porque celebraron algo o lo descubrieron.

Lola y su equipo, que ahora lo forman Miguel, Iñaki y Laura, con su forma de trabajar han convertido la Alberti en un lugar necesario. Necesario para una comunidad de lectores, pero también para conocer la complejidad de este oficio, y aquí Lola tiene mucho que aportar. Miguel cuenta: «De ella he aprendido el espíritu del tendero. No esperar a que el cliente cruce por la puerta, pelear cada libro todos los días como si fuera el último. A parte de eso: constancia». Iñaki por su parte añade: “Mi madre siempre me ha transmitido el amor por los libros, la importancia y el valor que ellos atesoran. Como librera su enseñanza más importante para mí ha sido la búsqueda de la excelencia en el trabajo. Siempre le voy a agradecer la tenacidad, el rigor y la humildad con la que nos transmite el amor por su profesión”. Laura, la última en incorporarse al grupo, se muestra contundente: «Con Lola he aprendido a ser librera».

Algo tiene el mensaje de esta librería, su selección de libros, las actividades tanto para adultos como para los más pequeños, que llegan con la misma fuerza a diferentes generaciones. Una jovencísima lectora, Iris, contaba allí poco antes del verano, que le gusta esta librería porque “abre la mente”. José Luis Sampedro, autor que sigue presente en la Alberti, que pasó en varias ocasiones por los encuentros de la librería, reflexionaba con frecuencia sobre la importancia de llegar a la libertad de pensamiento para aprender a vivir. En una de sus últimas entrevistas dijo: «Lo que hagamos al mundo nos lo hacemos a nosotros porque somos mundo». Lola Larumbe y su librería, afianzan lectores, posibilitan alianzas, generan esperanza.

 

Por  Ana Corroto

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