Entrevistamos a Xavier Vidal, el dueño de la librería Nollegiu que en dos años de vida se ha convertido en una de las librerías más activas y dinámicas de Barcelona.
En este contexto, que muchos describen como particularmente hostil, abrir una librería es, en tu caso, ¿una osadía, una aventura, un proyecto vital…?
Es un proyecto vital. Podría decirte que responde a la misión de querer acercar la cultura a la gente, pero no. Hace mucho tiempo que dejé de creer en profetas y en dioses. Para mí, abrir Nollegiu era, sencillamente, un proyecto vital, un proyecto que tenía en mi cabeza desde que tenía veinte años, pues desde siempre no sólo me ha gustado leer, sino sobre todo me ha gustado compartir mis lecturas. Es posible hablar del servicio que tiene la librería a nivel social, pero en mi caso el hecho de decidir abrir hace dos años Nollegiu es, ante todo, un acto egoísta que responde al deseo de hacer realidad un proyecto que tenía desde que era muy joven.
Sin embargo, el contexto es el que es, ¿no tuviste miedo?
El concepto miedo no existe. Uno tiene que tener respeto por lo que hace, pero el miedo es aquello que nos pierde. El miedo lo crea alguien.
¿Lo crean las estadísticas?
Las estadísticas son números y los números se pueden manipular y tergiversar como a ti te dé la gana, y esto es algo que comprobamos cada día. Claro que tuve un sentimiento de respeto cuando abrí Nollegiu, respeto porque no sabía cómo iba a contestar la gente, pero no tuve miedo. Antes de decidir la apertura de la librería, hice un estudio de mercado que me daba una cierta seguridad acerca de la decisión que iba a tomar.
Y supongo que fue el estudio de mercado que te llevó a abrir la librería lejos del centro, en el barrio de Poblenou,
Hice un estudio de mercado a partir del cual valoré distintos distritos y barrios de Barcelona: evalué cuánta gente vivía en cada barrio y su perfil, teniendo en cuenta que, por lo general, la gente mayor responde a un tipo de perfil lector, mientras que los jóvenes a otro; evalué también el nivel cultural, necesitaba saber si el barrio en el que finalmente decidía situarme como librero era un barrio con un nivel cultural medio alto o medio bajo. Y, lo más importante, con el estudio de mercado lo que debía averiguar era en qué barrios de Barcelona había lectores, puesto que, evidentemente, una librería sin lectores no es nada.
¿Y cómo se evalúa la presencia de lectores?
El principal dato acerca de la presencia de lectores en un determinado barrio es la presencia de bibliotecas y la actividad de las mismas. Poblenou tiene una de las bibliotecas más activas de Barcelona, con uno de los más elevados índices de préstamos, y esto señala la presencia en el barrio de un elevado número de vecinos interesados en la lectura. A esto hay que tener en cuenta el número de librerías que responden o no a las necesidades lectoras del barrio: en Poblenou había una papelería-librería, una librería infantil y la librería histórica del barrio que ofrece, principalmente, novela comercial y best-seller, es decir, se trata de una librería que se dirige a un público que no es el que yo buscaba para mi librería.
Pero, como tú mismo decías antes, estos son solo datos
Efectivamente, estos son datos. Solamente cuando abres la librería te chocas con la realidad, una realidad que puede ser otra a aquella que trazaban los números
Y ahora, pasados dos años desde la inauguración, ¿cuál es tu percepción?
Pasados dos años, sólo puedo decir que estoy muy feliz y la felicidad es el estado mayor al que uno puede aspirar. Evidentemente que hay problemas, si hubiera querido hacerme rico habría ido a trabajar como bróker en Nueva York o hubiera abierto una SICAV…
Pero hay un punto intermedio entre hacerse rico y sobrevivir
La batalla es precisamente por la supervivencia y no se trata de una batalla exclusiva de las librerías, porque, actualmente, ¿qué no está complicado? Huyo del discurso en torno a lo mal que está la cultura o a la valentía que supone abrir una librería, pero ¿acaso es menos valiente quien batalla para que su ferretería funcione?
En relación a este, ¿crees que la prensa hace demasiado hincapié en el cierre de las librerías y a penas se habla de las librerías cuando están abiertas?
Evidentemente, y la regla básica del periodismo es hacer atención en el aspecto negativo y te lo digo yo que soy periodista. En twitter los mensajes que más funcionan, son aquellos que provocan, aquellos que despiertan negatividad… lo mismo sucede en el periodismo. Pero, personalmente, prefiero no hacer caso a estos discursos que sólo hacen énfasis en el cierre de librerías, convivo con ellos, pero no me afectan.
A ti no te afectan, ¿pero crees que afectan en general a la percepción que se tiene de la realidad de las librerías?
A mí me hace mucha gracia cuando algunos periodistas me comentan mi “osadía” de abrir una librería cuando cierran muchas. Siempre les respondo lo contrario: abro una librería precisamente en un momento en que abren muchas librerías. Se publican los datos del Gremio de libreros de España donde se decía que cerraban tantas librerías cada día; todo el mundo se desesperaba ante tal noticia, pero nadie aclaraba a qué se estaba denominando librería, no hay que olvidar que dentro del gremio de librerías están los quioscos y las papelerías-librerías que son más papelería que librería. Otro dato que no se aportaba era la edad que tenía aquel que regentaba la librería que acaba de cerrar.
Es decir, se aportaban datos si enmarcarlos en el contexto
Se toma un dato para ilustrar una tesis que es previa. Es verdad, en Barcelona se trasladó Documenta, se trasladó Jaimes, cerró Catalonia y Negra y Criminal, pero hay que mirar el contexto de cada uno de estos casos. Los datos sirven para ilustrar tendencias, sin embargo ahora se utilizan para construir a conveniencia un escenario que nos resulte ideal para escribir un buen titular. Cierran librerías, es cierto, pero abren otras y se crean nuevos modelos de librerías.
A propósito del modelo de librería, antes hacías referencia al tipo de lector al que te querías dirigir. En la selección del lector, ¿excluyes determinados títulos y determinados tipos de obras en el momento para los estantes de tu librería?
Un librero es un censor y debe serlo por una razón muy sencilla: el espacio con el que cuenta. Si tienes una librería mediana o pequeña, obligatoriamente tienes que elegir qué libros van a ocupar tus estanterías y hay muchas maneras de elegir.
Y ¿cuál es tu criterio?
Mi criterio es el mío, el gusto es el mío. De hecho, ante el concepto del buen gusto, cabría preguntarse, ¿qué es el buen gusto? ¿Quién decide qué es el buen gusto?
Evidentemente el tema del “buen gusto” es muy debatible y cuestionable, pero al recorrer tu librería no he encontrado un determinado tipo de narrativa de amplias ventas o catalogada como best-seller
He tenido discusiones con distribuidores que me decían que debía tener determinados libros porque se venden mucho, pero estos títulos que se venden tanto yo no los tengo en la librería porque a mí no me interesan. Si viene un lector y los pide, se lo consigo de inmediato, porque lo importante es que la gente lea, lo importante es que active la neurona correspondiente a la lectura, independientemente de lo que se lea. Ahora, otra cosa muy distinta es aquello que yo decida ofrecer: si tengo un espacio, un espacio limitado, debo dotarlo de una cierta identidad y lo dotaré de mi identidad.
En este sentido, hay una voluntad de promover un cierto tipo de literatura que no por fuerza deba ser aquella más vendida o mayor publicidad
A este respecto, en Barcelona hay dos librerías que para mí han significado mucho: en primer lugar, está A peu de página, que lleva Gemma Barrufet. Gemma construyó en el 2008 una librería magnífica, una librería pequeña de un gusto exquisito. Gemma es la verdadera heroína y no los que vinimos después y abrimos cuando los precios de los alquileres ya habían bajado. En segundo lugar, está la librería Documenta, dirigida por Josep Cots, que, como Gemma, elige qué tipo de libros tiene su librería, sin menospreciar a aquel lector que tenga un gusto diferente y solicite otro libro. En una ocasión, Cots me dijo: “tú como librero no eliges editoriales, eliges lectores” porque al seleccionar determinados libros te dirigen a un cierto perfil de lector.
E imagino que también hay la intención de ampliar el número de lectores de un determinado tipo de literatura
Yo lo que quiero es agitar culturalmente, pero no por una función profética, sino porque lo que quiero es divertirme. Uno llega a la libertad cuando se divierte con lo que hace; Margarit dice que la libertad es una librería y yo soy libre porque tengo una librería y hago lo que me da la gana donde comparto mis gustos. Yo no abrí una librería para quedarme detrás de un mostrador esperando a que la gente entrara.
Y en vez de quedarte detrás del mostrador has conseguido hacer de Nollegiu una de las librerías más activas de Barcelona con la organización de numerosas y distintas actividades relacionadas con el libro y la literatura
Esta es una sociedad gobernada por el marketing, por el eslogan y muy despersonalizada: a medida que se provoca un distanciamiento entre actores del mundo del libro, como sucede en el resto de los mercados, la batalla que hay que librar es a favor del acercamiento entre unos y otros. Los lectores tienen que estar en contacto con los lectores y con libreros que, a su vez, tienen que estar en contacto con los lectores, con los autores, con las editoriales. A mí una de las cosas que más me sorprende del sector del libro es que entre el autor y el lector hemos ido creando un número enorme de canales intermedios. Yo he contactado directamente con la mayor parte de los autores que he traído a la librería, casi ninguno de ellos ha sido traído por las editoriales, que ni tan siquiera me lo habían ofrecido. Solo las editoriales pequeñas independientes han colaborado en el acercamiento entre autor y lector en tanto que son conscientes de que la única manera de estar presentes y de hacer algo de formación es contactar con libreros activos.
Y en este acercamiento, tú no propones las clásicas firmas de libros que, y te pregunto, no sé si son un verdadero acercamiento entre autor y lector o solo un ejercicio de promoción
Hay lectores que están encantados de la vida con las firmas de libros, pero sí es cierto que, al menos para mí, el contacto con el autor va más allá de la firma. Además, si quiero la firma de un autor es de aquel autor con el que tengo una relación personal porque sé que su firma será especial para mí y no formará parte de una serie de firmas, más o menos iguales.
De ahí que consideres que una firma de libros no es un verdadero acercamiento literario con el autor
El verdadero acercamiento literario se produjo, por ejemplo, cuando vino a Nollegiu Muñoz Molina y se pudo proponer un coloquio tranquilo y pausado entre autor y lectores. El coloquio se convirtió en un verdadero debate, los lectores pudieron preguntar, pudieron hablar con el autor. Evidentemente el autor no puede hacer este tipo de encuentros en todas las librerías, es imposible. A esto se suma una economía de escala, es decir, los autores que llevan consigo a un número elevado de gente son llevados a grandes librerías donde no se hacen este tipo de actividades. Yo no lo critico, pero a mí me interesa un modelo de librería que fomente el acercamiento y el diálogo entre autor y lector.