Protagonistas // Otras voces

Lluís Agustí Ruiz, 08/04/2015

 

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Imagen: J.M. Balagué

«La librería es un negocio con una condición maravillosa que es la de vender libros y no armas, pero es un negocio»

Me encuentro con Lluís Agustí Ruiz, formado en biblioteconomía y profesor en la Facultad de Biblioteconomía y Documentación de la Universidad de Barcelona, dirige desde el 2012 el Diploma de postgrado de Librería, el único posgrado que se ofrece en toda España destinado a la formación de futuros libreros. Se trata de un posgrado que nace en el 2012 de la colaboración del “Gremi de Llibreters” y la Facultad de Biblioteconomía y Documentación y de la convicción por parte de estas dos instituciones de la necesidad de ofrecer, sobre todo en el actual contexto de crisis, una formación completa a los futuros responsables, gerentes o trabajadores de librerías, ya sean estas tiendas físicas o digitales, librerías de pequeños centros o de grandes ciudades.

 

En un momento en el que el cierre de librerías es una sangría –según los datos publicados hace unos días por El confidencial, de las 7074 librerías que había en el 2008 quedan sólo 3650, ¿es más que nunca necesario una formación para futuros libreros?

Por supuesto. Cuando hay una situación de crisis, un cierto darwinismo empresarial, es necesaria la formación en tanto que la competencia pasa a ser más dura. Basta observar el número de librerías que han cerrado, muchas de ellas no tanto debido a un negocio que no funciona sino, y el caso barcelonés es muy evidente, por las leyes de arrendamiento. En efecto, se han cerrado una serie de librerías que han sido sustituidas en número por otras librerías de estructura mucho más ligera: se han cerrado librerías de infraestructura medio-grande y se han abierto algunas librerías de barrio, especializadas, unipersonales o de cooperativa sustentadas además en actividades culturales, que ayudan a afianzar una clientela de lectores fieles.

El recorrido curricular del posgrado está marcado por asignaturas de marketing y de economía. ¿Es necesario entender las librerías como un negocio vinculado a los libros, pero ante todo un negocio?

Nosotros cuando abrimos las candidaturas para presentarse al posgrado, nos damos cuenta de que un gran número de personas que se presentan vienen con una idea muy literaria de la librería, una idea preciosa de la que uno no debe desprenderse, pero que no puede ser la única sobre la que sustentar un proyecto de librería. El posgrado supone para la mayoría de los estudiantes un auténtico baño de realidad: ellos, al finalizar los estudios, deben tener claro que el librero debe abrir y cerrar la persiana cada día y, para conseguirlo, debe vender una serie determinada de libros cada día.

Un elemento interesante del recorrido curricular del posgrado es la formación de los futuros libreros en temas de edición y publicación, en concreto digital

El librero tiene que tener el conocimiento completo de todo el proceso de creación de un libro; actualmente nuestra idea de librero es de alguien que tiene una tienda abierta a la calle y con contacto directo con el público, pero es muy posible que con el tiempo haya libreros que trabajen en casa, para librerías meramente virtuales. Nosotros formamos a toda clase de libreros, desde el librero de pueblo que gestiona una librería-papelería hasta el librero que trabaja en una librería digital.

El librero que proponéis es un especialista en casi todos los ámbitos implicados en la configuración y difusión del libro

La especialización entre editor, distribuidor y librero es bastante contemporánea: nuestra idea es que nuestros estudiantes recorran las fases de creación de libro, que acompañen el libro y a su autor hasta el resultado final.

En un artículo publicado hace un tiempo en El País, la periodista Blanca Cia comentaba que las nuevas librerías que se habían abierto en Barcelona se habían convertido en auténticos centros de vida cultural para el barrio y para la ciudad en su totalidad

Esto tiene que ver con una determinada concepción de la librería, pero también con una nueva vertiente comercial del negocio. Pensemos en dos librerías de Barcelona, en No Llegiu y en La Calders: no son simplemente librerías, según la definición tradicional, sino que se presentan como un centro de interacción cultural en el que el librero se convierte en una especie de agitador cultural que permite un acercamiento entre el autor y los lectores. Un acercamiento, a través de lecturas o presentaciones, que además fomenta la venta de los libros.

¿La librería está llamada a redefinirse como tienda de libros y no sólo?

En el curso no sólo mostramos las diferentes actividades culturales para realizar en la librería, sino que también abordamos la posibilidad de la venta de objetos relacionados con el mundo literario. Del mismo modo que un museo asocia a su propuesta cultural una tienda y esta tienda no devalúa su calidad como centro, la librería también puede vender agendas, tazas o bolsos. La unión, que dicho sea de paso me parece óptima, de la academia con el gremio de libreros, para realizar el posgrado tenía desde el principio la voluntad de ofrecer una formación de calidad, sustentada sin duda en el valor literario y cultural que debe presuponerse a una librería, pero también con el objetivo de que las futuras librerías no se conviertan en fracasos económicos. La librería es un negocio con una condición maravillosa que es la de vender libros y no armas, pero es un negocio.

Comentabas en una ocasión, la importancia de la especialización: en Gracia, por ejemplo encontramos una librería japonesa, una italiana, una dedicada a la historia…

Previsiblemente la oferta generalista terminará siendo copada por las grandes cadenas de librerías que ofrecerán una literatura bastante homogénea, basada en lo más vendido y más conocido. Las librerías más pequeñas y especializadas pueden reaccionar y responder, con una propuesta absolutamente distinta, a la generalización de títulos que ofrecen las grandes cadenas. Las pequeñas o medianas librerías son el lugar donde el librero ha hecho una selección previa de títulos que te ayuda a ti, lector, en el momento de elegir nueva lectura, en tanto que más o menos ya sabes lo que puedes encontrar en sus estantes y aquello que no encontrarás. Los libreros de estas librerías adquieren un valor extra no sólo por su capacidad de recomendar, pues además el trato con el lector es mucho más cercano, sino por la selección previa que realizan.

El surgimiento de esta red de nuevas librerías es paralelo a la fundación de pequeñas editoriales y entre ambas parece configurarse una sinergia particular

En el fondo, es mucho más fácil hablar con alguien como tú, alguien que tiene una envergadura, en este caso, empresarial similar a la tuya. En definitiva, estas pequeñas editoriales entienden que estas nuevas librerías son los aliados naturales para la difusión de lo que puede ser la “alta literatura” que ellos ofrecen, en tanto que proyectos editoriales de menos envergadura, pero mayores en la atención y selección de catálogo.

En efecto, hay títulos, digamos más comerciales, que no suelen estar en los estantes de estas librerías

Hay que pensar que, por lo general, los libreros de estas pequeñas librerías, así como la mayor parte de estudiantes de nuestro posgrado, tienen un paladar fino para la literatura. Este tipo de libro, el que ya ejerce como tal y el que se está formando, es ante todo un gran lector y, en su voluntad de comunión con sus clientes, el guiño intelectual, el guiño a un gusto compartido, el happy few, pasa por dar protagonismo a los títulos de estas pequeñas editoriales. Libreros, pequeñas editoriales y lectores se sienten así partícipes, no de una élite, pero sí de un gusto muy cuidado por la calidad literaria y el libro. Con ello no quiero decir que las grandes editoriales no hacen también productos de calidad.

¿Podríamos decir que uno de los elementos claves de la formación de vuestros estudiantes es el de saber quién es su competidor en el mercado y contra quién no deben rivalizar?

Es esencial que nuestros estudiantes sepan que no pueden marcarse el objetivo de rivalizar con Amazon o con determinadas grandes cadenas, ellos deben plantear su propio negocio, ofreciendo algo extra, distinto, pero sin plantearse la competición. Para que resulte más claro, pensemos en otro fenómeno comercial: en una gran ciudad, tú sabes que puedes ir al supermercado y hacer la compra de toda la semana o bien ir a la tienda de delicatesen y comprar aquel producto que te ofrece una calidad extra. Esta misma calidad, precisamente por la selección de la que hablábamos antes, es la que el lector se va a encontrar en las estanterías de estas nuevas librerías. En ellas, encuentras más a la mano este tipo de libros “delicatesen” a nivel literario y los encuentras además con el mismo precio con el cual te los encontrarías en una gran superficie, puesto que en España tenemos el precio fijo para los libros

El barrio de Gracia es conocido en Barcelona por ser el barrio de las librerías: cuenta con 23 librerías en un espacio no extremadamente amplio. ¿Cuál es la razón de esta concentración?

No sabría responder a la pregunta. Creo que hay un poder de atracción hacia ese barrio basado, entre otras cosas, en la idea de locales relativamente pequeños y asequibles en cuanto el alquiler. En efecto, la mayor parte de librerías que han cerrado se encontraban en el eje central de la ciudad, donde los alquileres son inabordables para cualquier pequeño negocio. Luego está el efecto llamada, la reunión de tantas librerías no provoca un efecto de competición, sino que favorece la llegada de lectores que se sienten más atraídos. De todas formas, en el posgrado, lo que intentamos inculcar a los estudiantes es la idea de buscar agujeros negros de la ciudad en los que no hay librerías y en los que es posible implantar una y convertirla en un centro cultural y en un negocio próspero

Me parecen admirables los casos de No Llegiu y de La Calders, que han conseguido convertirse en una librería de referencia y en polo de atracción cultural no sólo para sus barrios, sino para la ciudad en general

Estas dos librerías han conseguido ocupar un espacio vacío y conformarse como la librería principal de la zona. Los responsables de No Llegiu y de La Calders han sido muy hábiles al encontrar su lugar en el mapa, situarse como librerías de referencia a la vez que han conseguido desarrollar una vida cultural que no es solo polo de atracción para el barrio en el que se encuentran, sino que las actividades culturales que ofrecen, ya sea presentaciones, lecturas o cursos, atraen a gente de toda la ciudad. Lo que estas dos librerías han conseguido tiene una explicación muy clara: su propuesta es tan potente que consiguen que el desplazamiento y la distancia no sea un inconveniente para el lector y comprador interesado.

Otro caso reseñable es el la librería Intempestivos de Segovia, que además de librería es un punto de encuentro e intercambio cultural

No la he visitado, pero sin duda ha conseguido convertirse en un polo de agitación cultural, ocupando, justamente como No Llegiu y La Calders, un lugar que, en el caso de Segovia, nadie había ocupado antes. Y el caso de Intempestivos es, creo yo, extrapolable a otras ciudades, sólo que es necesario configurar un mapa de librerías para encontrar precisamente esos espacios vacíos. Precisamente es esto lo que animamos a hacer a nuestros estudiantes, a quienes además les invitamos a contemplar la posibilidad de recuperar viejas librerías-papelerías de barrio o de pequeños centros dándoles la vuelta y actualizándolos, apoyándose en el pasado que ya tienen.

 

Por  Anna Maria Iglesia

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