Protagonistas // Traductores

Adan Kovacsics, 25/03/2014

 

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Imagen: Adan Kovacsics

El horror europeo

En la inmensa obra de Adan Kovacsics como traductor quedan fijados los peores años de Europa. Es el responsable de soberbias traducciones al español de Imre Kertész, Karl Kraus, Stefan Zweig o Victor Klemperer, testimonio en nuestro idioma de algunos de los relatos más dolorosos sobre una Europa que se despeña entre la codicia, la inmoralidad y la brutalidad de las dos grandes guerras.

El trabajo de este traductor nacido en Chile, de procedencia húngara y nacionalizado español, colaborador habitual de editoriales como Acantilado y Minúscula, le ha valido honores y reconocimientos. Ha sido premiado por el Ministerio de Educación y Cultura de Austria. En 2007 obtuvo el Premio de Traducción otorgado por Kertész en reconocimiento a la labor de traducción de su obra y, en 2009 el gobierno húngaro le concedió la distinción Pro Cultura Hungarica. En 2010 fue España, el país donde reside, el que le galardonó con el Premio Nacional a la Obra de un Traductor. Ante tantos honores, Kovacsics se debate entre la satisfacción y el asombro, y advierte: “Los reconocimientos en ningún momento deben apartarlo a uno del camino, porque pueden, y eso es fatal”.

En esa advertencia se condensan los principios de un traductor tan laureado como modesto, que reconoce además que su profesión alberga una responsabilidad, una obligación y un desafío, magnificado por la talla de los escritores a los que ha traducido, pero también de algún modo facilitado por ese mismo factor: “No hay que olvidar que los grandes escritores escriben bien, lo cual facilita la labor del traductor”, subraya Kovacsics, agradecido y generoso con los textos inmortales de autores en lengua alemana y húngara con los que ha tenido el honor de trabajar.

Naturalmente, a este traductor le resulta difícil destacar algunas de sus obras sobre otras. Pero sí accede a darnos algunas pistas. Uno de los trabajos por los que muestra un especial aprecio es su traducción de Los últimos días de la humanidad, de Karl Kraus, algo que no es de extrañar teniendo en cuenta la importancia y monumentalidad de esta obra que disecciona la bancarrota moral que envuelve la Primera Guerra Mundial, y en la que Kovacsics trabajó durante tres años. El otro gran trabajo que destaca es Kaddish por el hijo no nacido de Imre Kertész, donde reflexiona sobre las catastróficas consecuencias de la segunda gran contienda, Auschwitz y la paternidad imposible. Dos obras que ejemplifican el contacto habitual de Kovacsics con los relatos más aterradores de nuestro tiempo, de los que él deja fiel testimonio en lengua española.

Su catálogo de traducciones sobre una Europa herida, presumiblemente incapaz de restablecerse en la época en la que se escribieron los manuscritos originales, es ya suficiente para entender la locura y la indignidad de aquel periodo. Pero el repertorio de traducciones sobre lo que le ocurrió a nuestro continente no se acaba ahí. Kovacsics sabe que el húngaro y el alemán son dos lenguas literarias extraordinarias e inagotables, con tesoros todavía por descubrir para el lector español.

 

Por Pablo Díez Martínez

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