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18/10/2016

 

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Zerocalcare: pajas mentales del individuo posmoderno

Por fin no tendré que intentar explicar un fenómeno cultural tan especial como éste, por fin mis amigos españoles podrán conocer a Zerocalcare teniéndolo directamente entre sus manos, mientras que antes tenía que describir sus novelas gráficas con palabras, ahora todos ustedes podrán disfrutarlo íntimamente; y la verdad es que no hay comparación. Digo por fin, porque ya se estaba tardando mucho en traducir al castellano al autor de la Profecía del armadillo, un libro con más de dos millones de copias vendidas en Italia y ganador del premio “Gran Guinigi”; además el autor quedó como segundo clasificado al “Premio Strega Giovani” 2015, con Dimentica il mio nome (Olvida mi nombre). Fue la primera vez que una novela gráfica se posicionaba en las primeras plazas del galardón italiano más prestigioso para la literatura, y con mucho mérito en mi opinión.

Algo está cambiando

 

Podría ser un indicio de que algo está cambiando en el mundo de la lectura y en el mundo de los lectores, o si queremos podría ser un indicio de que el mismo concepto de literatura está sufriendo un cambio. Las historias ya vienen acompañadas con ilustraciones donde se aprecian elementos de la comunicación que en un relato escrito difícilmente se pueden rescatar; me refiero a la mímica, a la proxémica, a los gestos y a las expresiones faciales. La obra resultante está a medio camino entre la literatura y el cine, al tener en cuenta también la enorme importancia que tienen los encuadres y los planos utilizados. Pues bien, según mi opinión, Zerocalcare en este aspecto puede considerarse uno de los mejores.

El dibujante italiano Michele Rech (Zerocalcare) nació en Arezzo, en el año 1983, pero actualmente reside en Rebibbia, «en el barrio a las afueras de Roma conocido sobre todo por la presencia de la cárcel y de la última parada de la línea B de metro», como le gusta destacar con ironía. Este chico esquivo, que eligió como nombre artístico o pseudónimo el de un producto de limpieza “antical”, representa ya, no sólo un fenómeno editorial sino también el reflejo de una generación, es decir, la de aquellas y aquellos que se criaron en los años ’80, que en Italia significó crecer a base de magdalenas y televisión «comercial-berlusconiana», claro, hasta que llegó Internet. Esos adolescentes que soñaban con las series de televisión americanas o con ‘Bola de Dragón’, que se tiraban horas jugando con los colegas del barrio a los videojuegos y, podemos decirlo sin ningún tipo de vergüenza, esos chicos y chicas que desarrollaron a lo largo de los años algún tipo de manía/paranoia o carencia afectiva. Toda esa gente que ha vivido en su propia piel las frustraciones de una vida precaria, desde el punto de vista laboral o emocional, y que a los treinta años se ve obligada a volver a vivir en casa de sus padres.

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Precariedad líquida

 

Pues, Zerocalcare es todo esto, como dijo algún crítico es «en parte retrato generacional, repleto de referencias a la cultura popular, y en parte tratado de psicología suburbana», y como afirma él mismo, es «un tipo que acostumbra a hacerse muchas “pajas mentales”».

Yo tengo que reconocer que al principio me costó acercarme al trabajo de Zerocalcare simplemente porque estaba en la boca de todo el mundo y no quería ser decepcionado por otra moda pasajera. Era testarudo, pero admito que después de leer unas tiras cómicas publicadas en el periódico “Liberazione” exclamé: “¡este tío es un genio!”. Sucesivamente, mi hermano que es un gran apasionado de novelas gráficas, compró todos sus libros: Un polpo alla gola (2012), Ogni maledetto lunedi su due (2013), Dodici (2013), Dimentica il mio nome (2014), Kobane Calling (2016). Su genialidad reside no sólo en saber leer la realidad que le rodea sino también en saber comunicarla: sus trabajos pese a ser autobiográficos, y por ello, retratos de momentos particulares, logran aproximarse en cada circunstancia a los sentimientos generalizados de una amplia mayoría de personas. Este equilibrio entre lo particular y lo universal es posible por el contacto constante que él mantiene con sus lectores a través de su blog y porque además, las referencias a la cultura popular reúnen a gente de diferentes edades, sexo o procedencia geográfica.

El público español, de momento, podrá leer La profecía del armadillo (Reservoir Books), traducido por Carlos Mayor Ortega, una historia simple que rueda en torno a un acontecimiento triste: la muerte de una amiga. De allí el pretexto para los protagonistas, Zerocalcare y su conciencia personificada en un armadillo gigante, de viajar a través de elucubraciones y recuerdos y dar voz a todas las series de contradicciones que atraviesan la posmodernidad. El otro yo del protagonista es un “Pepito grillo” posmoderno elegido adrede por el autor, “porque el armadillo es el animal sociópata por excelencia, y cuando tiene problemas se encierra sobre sí mismo para protegerse”. Una condición generalizada en el individuo de nuestra época.

 

Por  Simone Lamanna

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